CON NOMBRE PROPIO

El legado del Arzobispo

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Óscar Julio Vian Morales murió y los homenajes corrieron por cuatro días. La muerte del Arzobispo tiene especial importancia, primero, por ser la máxima autoridad de la iglesia que aglutina la mayor cantidad de fieles y, en consecuencia, muchos lo entendemos como el representante del Papa en el país (aunque en Guatemala haya dos arquidiócesis); y segundo, porque el contexto social y político de la iglesia católica es innegable.

Para quienes abogamos por el Estado Laico, sobre todo en estos momentos, donde al parecer el discurso fundamentalista protestante está de moda y se pretende introducir la Biblia como parte de un plan de gobierno, como ocurre en Guatemala y Costa Rica, la autoridad es quien debe funcionar como laica pero la población tiene todo el derecho de profesar la religión o creencia es vital.

Óscar Julio Vian Morales, perteneciente a la orden salesiana, vivió la enseñanza de Don Bosco y ahora que ha salido publicado tanto de su vida nos damos cuenta de por qué su discurso de alegría para la juventud fue su común denominador. Crear y mantener una juventud alegre es la fuente del pensamiento salesiano porque “Dios favorece al hombre alegre”.

La muerte del Arzobispo sucede en un momento histórico delicado, no solo por la fragmentación social, sino porque al parecer existe una sociedad perdida, al no saber si “es bueno” seguir con el combate de la corrupción o bien “es preferible” dejar las cosas como están porque muchos cambios son “peligrosos”, y por ello es que siendo un católico pirujo me animo a escribir estas líneas.

Conocí a Monseñor Vian Morales, como lo conocimos la mayoría, por noticias de prensa, por alguna misa a la que asistimos de forma ocasional, o bien, en algún acto eclesiástico, cultural o social. No tuvimos ningún trato personal y de allí surge el deseo por hacer patente su legado, porque el mejor homenaje a su vida no es haber asistido a sus honras fúnebres, sino por el contrario, poder ser replicadores de un mensaje de alegría y claridad. Por ejemplo Monseñor sostenía que debía haber juicios justos, pero, de plano, el que había sido ladrón debía devolver lo que se robó. Un mensaje así de claro no tiene nada de complejo y lo entendemos todos.

Muchas veces nos perdemos en la búsqueda de excusas y explicaciones, pero acá, frente a la muerte de un hombre alegre, no nos queda más que recordarnos de las palabras de la Conferencia Episcopal del 19 de enero, donde dijeron y por supuesto Monseñor Vián estuvo de acuerdo: “El sistema político vive bajo la dictadura de la corrupción y pone en gravísimo peligro su existencia… El Congreso de la República sigue su carrera hacia el abismo, al haber elegido una Junta Directiva, cuyos miembros fueron firmantes del así llamado “Pacto de Corruptos… el Organismo judicial no está a la altura de lo que debe ser, cuando en diversos casos se atrasan los procesos judiciales o algunos de sus miembros emplean recursos reñidos con la ley, sin ética alguna y ceden a sobornos y amenazas… el organismo ejecutivo toma algunas decisiones que muestran su incompetencia para dirigir el país o sencillamente no las toma para resolver los problemas crónicos de la población…”.

Cada quien cargue sus pecados y culpas. Estas líneas no tienen ninguna otra intención que replicar un mensaje de alegría, aunque algunos cumplieron por protocolo en esos actos fúnebres, pero su alma y su billetera están llenas del oprobio, así que mejor dejar que eso caiga sobre sus espaldas y den cuenta a Dios y a la patria sobre lo que hicieron o dejaron de hacer.

¡Ojalá nos llenemos de alegría y busquemos siempre mensajes claros. Ese sería el mejor homenaje para Monseñor Óscar Julio Vian Morales!

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.