SI ME PERMITE

El razonamiento, un proceso que nos gratifica

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“Es preciso que la Filosofía sea un saber especial, de los primeros principios y de las primeras causas”. Aristóteles

En esta vida, desde muy temprano debemos empezar a expresar lo que pensamos, y cuando lo sabemos ordenar y estructurar logramos que se nos escuche con mayor atención. Lamentablemente, si no nos damos cuenta muchas veces lo que hacemos es pensar en voz alta y por ello nos retractamos y nos corregimos para que no se nos mal entienda, cuando debiéramos, primero, pensar, estructurar lo que queremos decir y luego expresarlo.

Lo anterior para algunos desde muy temprano ha sido mucho más fácil que para otros porque los han acompañado en el proceso, y por ello cuando tienen que llevar el curso de filosofía se entiende por qué para unos es lo más fácil y a otros se les vuelve todo un calvario encaminarse en el curso. Pensar es una capacidad desarrollada pero también es un arte trabajado para que cuando les haga falta puedan sacar la tarea.

Interesante es que muchas veces el estado de ánimo por el que estamos atravesando nos hace muy necesario valernos de una buena filosofía para que no tengamos que proyectar abruptos, o bien prejuicios que hemos guardado por mucho tiempo afloran y una vez que los hemos expresado, por más que nos retractemos, ya han sido oídos.

Como humanos que somos hay ciertas cosas que tienen que llevar un orden; por ejemplo, uno primero piensa, luego en esas ideas que surgen comienza a razonar para estructurar lo que habrá de decir, y si el proceso está llevado correctamente, hay una voluntad que deberá intervenir para saber si se dice o se calla lo que se tiene en la mente, porque si se calla esto simplemente queda conmigo, pero si decido expresarlo ya no es solamente mío, sino los que me oyeron hacen un juicio de lo que oyeron y les pertenece, y no sería extraño que llegaran a pedirme explicación por qué dije lo que dije.

Por algo es que etimológicamente la palabra filosofía significa en el griego “amigo de la sabiduría”. Muchos deberíamos tomar el tiempo y hacer el esfuerzo necesario de hacernos amigos de la sabiduría para que tuviéramos menos conflictos interpersonales.

La cosa más común en nuestro medio es escuchar a las personas embarcadas en discusiones tan estériles que es correcto preguntarse a qué quieren llegar con esto. Pero cuando damos un paso atrás y observamos a los que están discutiendo, lo primero que percibimos es que en todo lo que están expresando les falta el elemento de lógica. En otras palabras, para ser un poco más técnicos en lo que esta persona está exponiendo, cuál es su premisa mayor para luego entender su premisa menor. Claro está que para esto uno necesita una mente que estructura lo que quiere decir y luego escoge cómo lo habrá de decir conociendo a quien se lo está diciendo. No confundamos desahogos con comunicación.

La filosofía como una herramienta da los resultados esperados cuando se sabe cómo usarla y con ello logra lo que pretendía porque supo en qué forma hacerlo. En nuestro medio debemos cultivar mucho más los dos elementos de la filosofía, que son la lógica y la ética, y con ello podremos vivir mejor y gozar la convivencia con nuestro prójimo en el trato inmediato, como también a largo plazo, porque cada vez que nos volvemos a reencontrar será un mutuo tiempo de gratificación.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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