MACROSCOPIO

El silencio de los inocentes

Cada vez vemos en el país y en otros cómo la población honrada y trabajadora sigue siendo víctima de quienes violan continuamente la ley, ya sea con actos terroristas, usurpando lo ajeno, restringiendo derechos como el de libre locomoción, destrozando infraestructura o, lo peor, causando pérdida de vidas humanas

Entre estos podemos situar a los culpables de muchas muertes por actos de corrupción que han causado desabastecimiento de hospitales.

Desgraciadamente somos pocos los que denunciamos a estos renegados de la sociedad, pero ellos sí vociferan y se amparan en organizaciones nacionales y extranjeras con la bandera de los derechos humanos.

A estas organizaciones no las vimos pronunciarse por el asesinato del joven empresario Hans Ascoli ni por la continua muerte de pilotos del transporte público. A ellos no hay financieros que los apoyen.

El principal problema es el silencio de las grandes mayorías, que amedrentadas callan todo tipo de vejámenes y cuando se atreven a denunciar, a los pocos días desisten por temor a amenazas.

Quiero citar algunas frases de un connotado escritor, el Dr. Emanuel Tanay: “No permitamos que nuestro silencio deje avanzar al fanatismo”. “La razón no puede con el fanatismo, porque el fanatismo no razona”.

Nuestro pueblo es un pueblo amante de la paz y desgraciadamente un grupo de radicales lo empuja a acciones reñidas con la ley. Muchos pueblos que sufrieron terribles guerras se vieron empujados por minorías radicales a guerras internas y externas de las que no sacaron nada más que muertos y destrucción.

Afirma Tanay: Los alemanes, amantes de la paz, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos y muchos otros han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.

En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida.

Hoy, en Guatemala, nos encontramos en una conflictividad causada por grupúsculos violentos de fanáticos, que han terminado con miles de empleos, pero esos que quedaron desempleados no se pronuncian, no desfilan hacia la capital, no bloquean carreteras, no exigen que los que destruyeron sus formas de vida sean castigados, no son protegidos por la Procuraduría de Derechos Humanos ni les llegan a dejar alimentos y vitualla los de Naciones Unidas. Como resultado, algunos de ellos fueron aconsejados para invadir las fincas a las que se les eliminó su fuente de ingresos y ahora violan la ley.

Podríamos decir que esas personas que no pueden trabajar están aprisionadas y cito el artículo 5 de nuestra Constitución Política: “Libertad de acción: Toda persona tiene derecho a hacer lo que la ley no prohíbe, no está obligada a acatar órdenes que no estén en ley y emitidas conforme a ella. Tampoco podrá ser perseguida ni molestada por sus opiniones o por esos actos que no implique infracción a la misma”.

Si estas personas alegan sus derechos son reprimidas y algunas, por oponerse a los radicales, hasta han sido asesinadas y los líderes siguen dirigiendo a manipuladoras con toda impunidad.

Estamos en el debate de Reformas a la Constitución y, desgraciadamente, entre los participantes hay violadores a la misma.

El silencio se puede acrecentar, pues hay pretensiones de una ley mordaza para la prensa y así aumentar el silencio de los inocentes.

induagro@yahoo.com

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