EDITORIAL

Empecinamiento en el Legislativo

Los integrantes de la peor legislatura en la historia guatemalteca vieron frustrada la oportunidad de cobrar su primera revancha a costa del procurador de los Derechos Humanos y ahora, después del revés asestado por la Corte de Constitucionalidad, que frenó el interrogatorio, han sido incapaces de leer adecuadamente los hechos y actuar en consecuencia por el bien de ellos y del organismo que integran.

Esa obstinación no les permite ver que entre los más beneficiados por el amparo de la CC a una acción en favor de Jordán Rodas están ellos mismos y quienes encabezan un movimiento perverso, marcado por el revanchismo, motivado por la acción del procurador en agosto pasado que frenó la expulsión del país de Iván Velásquez, a quien el presidente Jimmy Morales declaró no grato.

El cartel de los impresentables se ha visto beneficiado porque quisieron aprovechar un momento coyuntural complejo, donde los primeros en aclarar posturas fueron los obispos de la Conferencia Episcopal, quienes debieron ser enfáticos en su último comunicado para frenar cualquier posibilidad de acciones circenses en el Parlamento.

Han sido incapaces de darse cuenta de que quienes lideran ese movimiento están entre los más repudiados por la población, porque entre ellos hay sindicados por los entes de persecución penal, transfuguistas, contratistas del Estado y muchos otros que han pretendido favorecer a criminales, lo que los tiene heridos y asustados.

También se vieron favorecidos porque se logró evitar una nueva muestra de repudio al Congreso, por su manifiesto oportunismo para atacar a quienes apoyan los esfuerzos contra la corrupción, porque junto a la citación al procurador estaba convocada una nueva protesta y el excesivo cordón policial en torno al Congreso fue la mejor evidencia de ese temor.

Han perdido ese nexo coyuntural que era la supuesta indignación ante Jordán Rodas y en el futuro ese argumento ya no les servirá, porque también fue notorio el esfuerzo de sectores vinculados con los carteles de la impunidad por azuzar el ambiente, lo cual también fracasó, aunque algunos de los más impresentables insisten en vanagloriarse de su papel fiscalizador, el cual es nulo ante muchas otras acciones públicas en las que es más necesario.

Se trata de suficientes muestras de estulticia, abuso de poder y de querer favorecer un modelo corrupto intolerable como para venir ahora a querer presentarse como defensores de la moral, cuando han sido ellos los que han dado las más deplorables muestras de conducta en uno de los organismos llamados a jugar un importante papel en la consolidación de la democracia, lo que empieza por evitar todo sometimiento y servilismo a quienes buscan entorpecer la lucha contra la corrupción, porque están al borde de encarar a la justicia.

Es tan torpe este nuevo esfuerzo que en vez de atender el cúmulo de señalamientos de organismos internacionales, diplomáticos acreditados dentro y fuera del país y legisladores estadounidenses se obstinan en apuntalar un modelo que terminará sepultándolos, porque es muy grande su incapacidad como para no ver que solo existe una ruta por la cual se puede avanzar.

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