TIEMPO Y DESTINO

Escuela latinoamericana de asonadas y golpes de Estado

Luis Morales Chúa

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La Venezuela de hoy se parece a la Guatemala de 1954 cercada  entonces por varios  Gobiernos,   abiertamente hostiles unos, disimuladamente los demás;  pero,  todos unidos en un mismo propósito: derrocar al presidente,  instalar un nuevo Gobierno y revertir las políticas públicas aplicadas en años anteriores.  Se parece también a la situación creada en Chile antes del pinochetazo de septiembre de 1973. Y a la de Honduras, en junio de 2009.

Las acusaciones de la oposición contra Maduro son parecidas a las formuladas contra Árbenz por la oposición guatemalteca, y las de la oposición chilena contra Salvador Allende. Comienzan con asonadas —manifestaciones violentas encaminadas a conseguir fines políticos— y eventualmente desembocan en acciones armadas.

Otra semejanza entre los hechos venezolano y guatemalteco consiste en ver de nuevo a funcionarios de la Organización de Estados Americanos (OEA) desempeñando el mismo papel de 1954; propiciando una intervención en los asuntos internos de un país latinoamericano y esos diplomáticos, aunque no lo digan, hacen causa común con quienes piden a los militares venezolanos rebelarse contra su Gobierno. Y podría suceder algo parecido a lo de Chile, el 11 de septiembre de 1973 para arrancar de raíz, en el caso actual, lo hecho por los socialistas venezolanos desde que están en el poder.

Aquella OEA de 1954 celebró su X Conferencia Interamericana, en Caracas. La delegación de los Estados Unidos fue encabezada por el secretario de Estado, John Foster Dulles, autor del proyecto de declaración contra el Gobierno de Guatemala. Y de los 17 representantes presentes todos, menos uno, votaron a favor. La reunión de cancilleres americanos celebrada el martes en Lima, Perú, en cambio, solo contó con 17 funcionarios, no todos cancilleres pues hubo algunos de menor rango.

Los Estados miembros de la OEA, sin embargo, son 35. Así que resulta un error matemático mencionar lo ocurrido en Lima como una reunión de “los cancilleres de América” cuando faltaron 18 de ellos. Y, a diferencia de la OEA de 1954, esta vez no hubo participación de los Estados Unidos; ausencia explicada por el asesor de Seguridad Nacional de ese país, teniente general Herbert Raymond McMaster quien, además de descartar la intervención militar, dijo que la larga historia de intervenciones estadounidenses en América Latina ha causado problemas en el pasado y Washington no quiere hoy dar al régimen de Maduro, ni a otros, la oportunidad de decir “que los yanquis son la causa del problema”. “Es importante para nosotros —añadió— colocar la responsabilidad de esta catástrofe en los hombros de Maduro. Él es quien la ha causado y es él el quien la perpetúa”. AFP/05/08/2017).

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Una de esas intervenciones, tenidas en cuenta por los Estados Unidos, fue contra el Gobierno de Guatemala en 1954 y ya hemos visto lo que pasó en los cincuenta años siguientes, al punto de que el 10 de marzo de 1999, el presidente Bill Clinton durante su visita a Centroamérica, pidió perdón a Guatemala por el apoyo de los Estados Unidos dado al movimiento político que terminó con el régimen de Árbenz. Y declaró que “para los Estados Unidos, es importante decir claramente que el apoyo a las fuerzas militares y unidades de inteligencia que se dedicaron a la violencia y la represión generalizada estuvo mal, y los Estados Unidos no debe repetir ese error”.

El ideal sería que los venezolanos produzcan el cambio de timón en su país, si es que quieren hacerlo, por medios pacíficos.

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