EDITORIAL

Esfuerzo oficial contra toda lógica

Todo lo que empezó con señalamientos de corrupción contra el presidente Jimmy Morales y muchas personas de su más íntimo círculo de confianza, con el tiempo ha escalado a niveles insospechados. Todo se ha agravado por la ya indudable impericia del gobernante y las notorias y perversas intenciones de quienes lo han empujado a una confrontación de la que no tiene la más mínima posibilidad de salir airoso.

La situación se le ha complicado al mandatario al presentarse como una figura reacia al combate de la corrupción y ponerse en el camino de Estados Unidos, donde los círculos diplomáticos y más cercanos a la Casa Blanca tienen absoluta claridad, no solo de la lucha contra ese flagelo, sino que de por medio hay un millonario flujo de recursos que no representan un retorno rentable.

La infortunada reunión que sostuvo la semana anterior la inexperta canciller de Guatemala con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, es la prueba más reciente de la obcecación de los funcionarios oficinistas al insistir en un tema sobre el que tienen perdida toda gestión.

Son contundentes las palabras que reflejan el mensaje de la ONU sobre este espinoso problema, y es que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala se ha convertido en una agencia anticorrupción incómoda para la primera línea de funcionarios de la actual administración y no para los guatemaltecos, que de manera clara apoyan esos esfuerzos y agradecen la ayuda de países amigos.

A ojos de la ONU, la plana mayor de este gobierno está tratando de protegerse a sí misma y a muchos de quienes han hecho un enorme aporte en profundizar una crisis que con madurez, serenidad y sensatez pudo haberse superado, y por ello ahora ha debido salir en primera fila el embajador de Estados Unidos, Luis Arreaga, a expresar su firme y robusto apoyo a la Cicig y al comisionado Iván Velásquez.

Desafortunadamente para los guatemaltecos, esto ocurre porque en torno al mandatario se mueven personajes oscuros y muchos de ellos incluso cargan un terrible pánico porque la justicia les pueda poner la mano, porque se puede abrir una caja de Pandora de alcances insospechados, debido a que muchas presiones empezarán a llegar de la diplomacia más poderosa del planeta.

La plana mayor, entre ellos el propio presidente Donald Trump, ha calificado de insuficientes los esfuerzos contra el criminal negocio del narcotráfico, una industria que ha crecido a la sombra de funcionarios venales, como también lo acaban de evidenciar el más reciente operativo del Ministerio Público contra una banda integrada por policías, expolicías y civiles.

En vez de darle una lectura adecuada a los últimos acontecimientos, el presidente Jimmy Morales se empecina en llevar de nuevo su queja a la sede de la ONU, supuestamente para presentar una carta para separar a Iván Velásquez de la Cicig, una acción que está condenada al fracaso, que lo dejará de nuevo en ridículo y, ahora sí, como el único responsable de dar la cara en un objetivo absurdo, porque los esfuerzos de la Comisión internamente pueden ser cuestionados, pero externamente gozan de un prestigio en la lucha contra la impunidad, lo cual no se puede decir del actual gobierno ni mucho menos de quienes lo conducen al despeñadero.

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