CATALEJO

Evidente final de dos entes políticos

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Mucho se ha comentado desde el miércoles, cuando el Congreso marcó el fin de ese organismo estatal, de la misma manera como pocos días antes Jimmy Morales había hecho lo mismo con el Organismo Ejecutivo. Así como la pócima mágica curandera del lago de Amatitlán fue la gota causante del inicio del fin de Roxana Baldetti, ahora el organismo llamado a ser el más representativo de los ciudadanos ha comenzado a hundirse irremisiblemente. Es el resultado de la incalificable acción de 107 delincuentes cívicos cuya meta de salvar al insalvable presidente y de zafarse del alcance de las leyes provocó la posibilidad de libertad de miles de criminales de toda laya.

Comienza la primera semana después del hasta hace poco impensable hecho del encierro de los diputados en el recinto parlamentario y de una generalizada petición de renuncia de todos hecha por medio de redes sociales y asistentes a protestas en el Congreso. Circulan peticiones de un paro nacional para el miércoles, y es difícil predecir si tendrá éxito, a causa de la torpe decisión de algunos políticos de infiltrar las manifestaciones. Lo ocurrido provocó casi inmediatos comunicados del Cacif y la Cámara del Agro, así como de la Conferencia Episcopal, y fue estruendoso el silencio de las universidades privadas, de las máximas autoridades de la estatal y de las iglesias no católicas, inexplicablemente. Por ironía del destino, esto ocurrió el día cuando se celebra la separación de España.

La duda principal se centra en el futuro del Congreso. Llueven las peticiones de otra renuncia presidencial, lo cual podría ser relativamente fácil de hacer. Pero cuando el rechazo al Congreso alcanza la magnitud actual, se abre la puerta a una crisis adicional, derivada de todo lo ocurrido desde cuando el presidente declaró non grato al comisionado de la Cicig, lo que explica la presión social hacia una renuncia colectiva y total. Es posible si esto se hace con prudencia y sin prisas para lograr que los relevos entiendan la necesidad de cambios. Pero tiene alguna posibilidad la idea de presionar por la salida voluntaria de esos 107 firmantes, y dejar trabajar a quienes han demostrado que se puede hacer una labor parlamentaria honesta, y con ello se enfrentará con posibilidades de éxito a quienes de manera trasnochada andan pidiendo aprovechar la ocasión para cambiar el sistema republicano, al cual nunca llegarán por la vía de los votos.

El deterioro de una sociedad es el resultado de un proceso largo. El escritor mexicano Eduardo del Río, Rius, fallecido el mes pasado, se refirió al tema en uno de sus últimos mordaces libros, titulado “¿Cuándo se Empexó a Xoder Méjico?”, y señala al presidente Miguel Alemán, al terminar la revolución y comenzar la “robolución”. Esa misma pregunta cabe en Guatemala, pues empezó a “xoderse” al iniciar una cleptocracia similar, primero en forma pequeña con el gobierno de la Democracia Cristiana, último partido ideológico gobernante. Los posteriores “partidos” —PAN, Gana, Unionista, UCN, Viva, Patriota, Unidad Nacional de la Esperanza y ahora FCN-Nación— sólo la llevaron al paroxismo.

A mi juicio, la Cicig, esa vergonzosa necesidad, sale fortalecida. Merecidamente o no –ese es motivo de otro análisis— tiene la imagen de ser el símbolo de la lucha contra la corrupción, la cual comparte con el actual Ministerio Público. Se debilita la acusación de haber en Guatemala un “gobierno de los jueces”, porque la burla constante a la ley obliga a buscar el regreso de algo con solidez legal. Y esta exigencia popular coloca a la Corte Suprema y a la de Constitucionalidad en la mira: lo ocurrido después del contubernio en el Congreso, debe ser una lección. Así como hay diputados impresentables, hay jueces merecedores del calificativo. Esta semana, vale la pena repetir, puede presentar cambios históricos, inesperados y sin precedentes.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.