ENCRUCIJADA

Grandes contrastes

Juan Alberto Fuentes Knight

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Mientras en los Estados Unidos el último debate entre Hillary Clinton y Donald Trump consolidaba a Clinton en la delantera, en Guatemala la lucha por ganar la presidencia del Congreso se planteaba como incierta. El contraste no podía ser mayor. Como consecuencia del último debate presidencial las divergencias sobre políticas quedaron muy claras en temas como los de la migración, el aborto y la política exterior. Al mismo tiempo, los peligros de un salto al vacío resultante de una victoria de Trump, con peligros evidentes para todo el mundo, parecieron alejarse. Se consolidó no solo la ventaja sino las posiciones de la candidata.

En el caso del Congreso la lucha entre Mario Taracena y Oliverio García Rodas la semana pasada se caracterizó por la falta de consolidación de posiciones claras. La lucha fue un fiel reflejo de un Congreso fluido, sin posiciones categóricas, aunque marcado por el oportunismo. Para muchos la lucha por la presidencia del Congreso es interpretada como una pugna entre la intención de Taracena de favorecer, con limitaciones, cierta renovación o recomposición de un Congreso maltrecho, y la búsqueda de los que apoyan a García Rodas por restaurar un orden asociado a las peores prácticas legislativas del pasado. Ninguno de los dos prevaleció durante la semana pasada, pero quedó claro el peligro de que la restauración fuera apoyada por la mayoría de diputados. Ilustra las tremendas limitaciones del actual sistema político guatemalteco: no hay peligro de un salto al vacío sino de un retorno explícito a las prácticas legislativas y de gobierno que con tanta fuerza se rechazaron en la plaza durante 2015.

En las elecciones de los Estados Unidos los intereses en juego son inmensos y a ello se agregan diferencias claras en estilo y en posiciones. La tensión ha aumentado, y preocupa a muchos que un candidato populista y peligroso, con posiciones tan excluyentes y discriminatorias, pueda tener un apoyo tan amplio. Pero quedó en evidencia el carácter casi infantil de un candidato como Trump, que demostró con sus actitudes que no es un buen perdedor. Contrastó con una candidata que en el último debate demostró poder comunicar un sentido de convicción y combinar posiciones claras, un temperamento sereno —ya presidencial— y la capacidad de ejercer el poder con firmeza.

En Guatemala cuesta encontrar en el panorama legislativo posiciones claras y esa combinación de convicción y serenidad, debidamente apoyado por un poder político fuerte. Probablemente tengamos que esperar mucho tiempo para poder apreciar una situación que combine posiciones claras, liderazgo, firmeza y apoyo político sólido. Mientras tanto la mayoría de diputados, especialmente los provenientes del PP y de Líder, enfrentan un dilema: mantener un perfil bajo mientras tratan de reducir los márgenes de maniobra de un presidente del Congreso como Taracena, o insistir en ese regreso al pasado para favorecer sus intereses y contribuir a que el Congreso enfrente un rechazo que podría revitalizar las manifestaciones en el parque central. Una tercera opción, alternativa a Taracena y a Oliverio García Rodas, tendría que evaluar con cuidado si tendría la capacidad y el apoyo para contar con suficiente poder para evitar convertirse en un retorno disfrazado al pasado en la práctica. Quizás se podría lograr con una estrategia política audaz y alianzas que fueran más allá del Congreso. Pero la composición mayoritaria del Congreso, integrado por tantos diputados de origen cuestionable, sugiere que sería un inmenso desafío.

fuentesknight@yahoo.com

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