EDITORIAL

Héroes cotidianos

Sobre la figura del padre no siempre flota la misma atmósfera de dulzura y obsequiosidad que se vive en mayo, con ocasión del Día de la Madre, posiblemente porque en las circunstancias humanas suele darse con mayor frecuencia el abandono del hogar por parte de progenitores que no asumen su responsabilidad, o bien se suele asociarlos, por intermedio de generalizaciones imperfectas, con episodios de violencia verbal, psicológica o física, que no tienen nunca justificación alguna, pero no necesariamente son exclusivos de los varones.

Existen sí, abundantes ejemplos de heroísmo cotidiano, secreto podría decirse, de padres que efectúan diarios sacrificios para poder proveer el sustento económico a su familia, pero también de una fuerte dosis de afecto y seguridad, elementos emocionales claves en la formación de todo ser humano.

La reciente tragedia por la erupción del Volcán de Fuego legó numerosos ejemplos de virtudes paternas, tal como don Rubén Darío que arriesgó su vida para internarse en motocicleta hasta el lugar del desastre y en medio de la densa ceniza extrajo a su esposa e hijos; o don Concepción Hernández, quien se convirtió en el rostro de la tragedia, al sobrevivir el lahar, pero las intensas quemaduras arrebataron su vida el 7 de junio; sin embargo, los testimonios de sus hijos acerca de toda una vida de trabajo, honradez y valores son simplemente conmovedores, dado que a pesar de los humildes oficios que desempeñó, supo inculcarles integridad, valentía y perseverancia.

Cada lector podrá tener en su memoria el recuerdo de un padre, de un abuelo, de un tío o alguna figura de autoridad paterna que le haya legado consejos de honda sabiduría, ejemplos de profunda trascendencia y gestos sencillos cotidianos que a fuerza de repeticiones a lo largo del tiempo se convirtieron en auténticos símbolos ceremoniales de un afecto incomparable.

Los padres responsables de Guatemala son quienes mantienen en marcha al país. Desde el obrero hasta el gerente de más alto nivel, sin distingos sociales, el ejercicio de una paternidad dedicada, amorosa e incluso estoica constituye el máximo honor al cual pueda aspirar un varón.

Por supuesto existen casos en que predominan el mal ejemplo, la ruta del vicio o la incoherencia entre palabras y obras, pero tales desmanes no constituyen sino la evidencia de la necesidad de exaltar a los buenos padres, sobre todo aquellos que cumplen con tan noble misión con sus nietos o bisnietos, debido a ausencias causadas por la violencia, la migración u otras circunstancias.

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