HAGAMOS LA DIFERENCIA

Investigación en Guatemala

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Recientemente se presentó por parte de la UNESCO, el estudio “Relevamiento de la Investigación y la Innovación en la República de Guatemala”, que desnuda la realidad nacional en cuanto a investigación e innovación. El trabajo presenta datos interesantes, que debe llamar a la reflexión a los tomadores de decisión en este país. Presento en forma literal algunos datos que deben preocuparnos.

Guatemala invierte el 0.029% de su PIB en actividades de investigación y desarrollo, 14 veces menos que el promedio de inversión de los países de África Subsahariana, 25 veces menos que el promedio de América Latina y el Caribe, 85 veces menos que el promedio de Europa Occidental y casi 200 veces menos que la república de Corea o Israel, el 50% de los fondos provienen de fuentes extranjeras. La inversión del sector privado/empresarial es prácticamente nula, mientras que en países como Israel o Singapur lo constituyen el 60 y 80%. En la última medición, el número de investigadores equivalente jornada completa –EJC- en Guatemala fue de 411, equivalente a 26.7 investigadores/as por millón de habitantes, en los años 70 se tenía el triple. En los países desarrollados, el valor está entre 5,000 y 7,000 investigadores/as EJC por millón de habitantes, la diferencia es abismal. En América Latina el promedio es de 430, 16 veces más que en Guatemala. Existe un número muy reducido de estudiantes de grado y posgrado en ciencias e ingeniería. El 70% de la titulación de Guatemala se hace en carreras de Ciencias Sociales. El número de posgrados (maestrías y doctorados) en ciencias e ingeniería es escaso. El sistema educativo de Guatemala debe fortalecerse pues tiene serias deficiencias, la inversión pública en educación es del 2.8% del PIB, menos de la mitad de lo recomendado por la UNESCO, aunque representa 20.6% del presupuesto nacional. Sólo el 25% de la población mayor de 25 años ha completado la educación primaria, el 16.3% la secundaria y el 6.5% la universitaria.

El sistema de producción genera poco valor agregado y escasa demanda al sistema científico y tecnológico local. Exportamos sólo 40-45% de productos manufacturados y, de ellos únicamente el 4-5% tuvieron algún componente tecnológico. A excepción del azúcar, el café y recientemente el manejo forestal, el agro y la industria local no realizan tareas de investigación o innovación. El sector empresarial ha esperado que sea el Estado y las universidades las que realicen este trabajo, para no incurrir en costos.

Es imperante que se tome en serio la inversión en este rubro como lo hace el sector privado en países desarrollados, si se quiere obtener resultados destacados. Las universidades locales deberán aumentar el número de maestrías y doctorados especialmente en ciencias e ingeniería, y deben crearse instrumentos financieros que fomenten la asociación público/privada para la formación de recursos humanos especializados en implementar innovación en el sector productivo, siendo imprescindible contar con un sistema de becas de doctorado y posdoctorado para que los candidatos y candidatas puedan trabajar en temas relevantes al sector productivo.

El desarrollo de Guatemala será muy complicado si no se toma en serio la investigación y la innovación. Tanto el Gobierno, la iniciativa privada, las universidades, como la sociedad civil deben unir esfuerzos para invertir en ella, pues en la actualidad cada sector ha estado a la espera que el otro actúe y ese es un camino equivocado para la prosperidad. El camino para llegar a ello empieza por fortalecer la educación.

samreygo@yahoo.com

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.