EDITORIAL

Irresponsabilidad con el ambiente

Donald Trump se ha convertido en el presidente de la primera potencia mundial en acumular el mayor número de reveses en menos de dos meses y medio de mandato, lo cual se explica en su escaso conocimiento sobre temas alejados de su mundo empresarial o que requieren alcanzar mayores consensos con otros sectores, algo a lo que no está acostumbrado.

Muchas de sus desatinadas medidas han sido motivo de mofa, pero sobre todo de una poderosa respuesta institucional, como ha ocurrido con la justicia, caracterizada por su independencia, o con el Poder Legislativo, donde quedó registrada su más reciente derrota. Muchas de sus medidas también habían sido poco trascendentes al tener mayor impacto en su territorio, aunque no por ello dejan de ser polémicas.

Sin embargo, el pasado martes firmó un nuevo decreto ejecutivo por medio del cual busca dar marcha atrás en varias de las medidas implementadas por el expresidente Barack Obama en favor del medioambiente, lo que ya había prometido durante su campaña electoral pero ahora ha provocado que se enciendan las alarmas, no solo en su propio patio, sino en todo el mundo.

Con su decreto, Trump pretende que Estados Unidos entre en una nueva era en la producción de energía, y considera que el primer impacto de su medida se reflejará en la reactivación de las anquilosadas minas de carbón, la vía más sucia de generación de energía, que los mismos propietarios han optado por renovar, debido a sus altos indicadores de contaminación ambiental.

Ahora el mandatario se apresta a evaluar la permanencia de Estados Unidos en el acuerdo de París sobre cambio climático, algo que sería menos sorpresivo pero que acrecentaría la percepción sobre los riesgos para el mundo de una administración que parece avanzar contra la corriente, o por lo menos ir a favor de las grandes corporaciones que incluso desembolsan recursos para descalificar a los ambientalistas.

Una de las voces que aporta serenidad al debate es la del exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, duro crítico del trumpismo, quien escribió en The New York Times que Estados Unidos atenderá sus compromisos en la reducción de gases de efecto invernadero, pese al escepticismo de Trump, porque considera que es un error creer que es posible poner a trabajar de nuevo a los mineros del carbón. Pero también opina que se ha sobrestimado la capacidad de Washington para influir en el mercado energético.

Otra de las desafortunadas coincidencias, que en nada ayuda a Trump, es que el viernes también el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que el cambio climático no tiene causas humanas y que lo mejor es adaptarse, discurso con el que coinciden ambos mandatarios, quienes a su vez están rodeados de colaboradores hostiles a las políticas ambientales y de empresarios ligados a sectores productores de energía sucia.

Puede que Trump se encamine a un nuevo fracaso con su intención de imponer su particular punto de vista sobre un tema de trascendencia mundial, lo que en este caso sería deseable, pues de lo contrario su mal ejemplo podría alentar a otras naciones a no cumplir con sus compromisos de controlar las emisiones de gases contaminantes.

ESCRITO POR: