CATALEJO

Jimmy Morales ya llegó al colmo

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A nadie le extrañan los constantes errores de todo tipo cometidos por el presidente Jimmy Morales desde el inicio de su mandato, por los cuales se ha convertido en un asiduo protagonista no solo de críticas serias, sino de burlas dadas a conocer por medio de las redes sociales. Es parte de ser un primer mandatario cuya principal tarea parece ser la de entrar a la historia del país con la aureola de  alguien con una extraña mezcla de incapacidad, falsedad, imposibilidad de entender su papel de cabeza del organismo Ejecutivo y obstinado en no entender o en obedecer a quienes le causan mal con sus malos consejos e intenciones malévolas, tan cercanos a él.

La frase de “no castigar al delincuente, sino al delito”, se debe entender como el resultado de no recordar cuándo se encuentra frente a un micrófono en calidad de orador religioso, con una grey escuchándole con admiración y la boca abierta, y cuándo lo hace como —en teoría— la máxima autoridad política del país. En el primer caso puede gritar, no tener un texto preparado, decir cualquier idea depositada en su cabeza por la emoción, lloriquear, etcétera. Pero cuando habla como presidente, no caben esas emotividades. Por eso siempre —y subrayo, siempre— debe leer el texto escrito por alguien conocedor del tema, consultado, eso sí, por su equipo y por él mismo. Y luego, no salirse.

En los discursos religiosos es común escuchar “no perseguir al pecador, sino al pecado”, frase con sentido religioso, porque se considera al pecado como parte del mal, un ente existente en contra de los seres humanos. Es una parábola, en realidad, cuyo significado se derrumba y se vuelve afirmación ridícula cuando se traslada al derecho y a la legalidad. A causa de no ser abogado y por ello poco conocedor de las leyes, tal frase es terrible, por inmiscuirse en campos desconocidos. La expresión del nuevo embajador estadounidense al escucharla, era notoria por su estupefacción, la cual aumentó cuando el mandatario la repitió varias veces a los igualmente sorprendidos reporteros, pero al mismo tiempo provocó la explosión de sorna y de burla por las redes sociales.

Parecería exagerado calificar de colmo a esa afirmación. Pocos minutos después, todo estuvo bien en el discurso —leído— con motivo de la convocatoria a la consulta popular sobre Belice, hasta cuando comenzó a improvisar respecto a una conversación suya cuando era presidente electo con el presidente de Belice. Por fortuna, rectificó y la segunda metida de pata correspondió al vicepresidente, con su afirmación de ser corruptos casi todos los guatemaltecos, por lo cual merecen el retiro de la visa estadounidense. Ciertamente, los ciudadanos participantes en las elecciones votaron en contra de Sandra Torres, pero lo hicieron además con la esperanza de encontrar alguien dispuesto a cumplir con la promesa de “ni corrupto, ni ladrón”.

Hace algunas semanas, Jimmy Morales decidió no hablar por varios días. Buena decisión. Debe mantenerla hasta cuando pueda comprender su papel actual —político, no religioso. No veo dónde y cuál es la dificultad de entenderlo, porque es el presidente de todos los guatemaltecos, incluso hasta los ateos… esto debe incluir la eliminación de las bendiciones al empezar y terminar, no por ser malas, sino porque están fuera de lugar, así como de tomar en cuenta como factor fundamental la afiliación religiosa no-católica de tantos de sus colaboradores. Este texto no tiene connotación en favor o en contra de ninguna fe ni de sus seguidores. Solo intenta recordar la laicidad del Estado guatemalteco, vigente desde hace por lo menos 140 años.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.