CABLE A TIERRA

Jugando al todo o nada

Según una nota publicada en medios impresos la semana pasada, “la Corte de Constitucionalidad (CC) autorizó en febrero pasado que la Escuela Normal Bilingüe Intercultural del cantón Xolacul, en Nebaj, Quiché, pueda volver a implementar en 2018 el Magisterio en Educación Bilingüe Intercultural y dejar de impartir el Bachillerato en Ciencias y Letras con orientación en Educación, impuesto por el Ministerio de Educación (Mineduc) en 2013.

Como todo en Guatemala, la medida ha generado polémica. Poca en realidad, a pesar de la envergadura del tema, pues últimamente los temas de desarrollo, de políticas públicas y del actuar del Ejecutivo han pasado a un segundo o tercer plano de importancia, a pesar de que a diario rebalsan los medios con información acerca de la pésima gestión del Ejecutivo. Hasta el Minfin, que hasta ahora se había mostrado como el ministerio más efectivo de esta administración, está teniendo problemas para asegurar que ministerios y secretarías ejecuten su presupuesto.

Yo veo la decisión de la CC de restituir la carrera del magisterio bilingüe como una oportunidad para que el Ministerio de Educación reflexione respecto de su estrategia. Debo aclarar que, en principio, concuerdo con la medida de que la educación de la niñez y la juventud debería estar en manos de profesionales universitarios de la mejor calidad humana e intelectual posible. Educar es un enorme privilegio y quien se dedique a ello, tiene una de las labores más difíciles que pueda haber.

¿Por qué hacer un cambio tan drástico en el esquema formativo de maestros de manera tan drástica? ¿Por qué no plantearse un esquema más gradual que reconociera las enormes brechas que hay entre el campo y la Ciudad de Guatemala?

Llegar a ser maestro al completar la educación media, era una de las pocas posibilidades laborales que los jóvenes tenían en el área rural. Al introducir la nueva regla, se rompió, de romplón, con esa posibilidad. la propuesta del bachillerato y pasar a la Universidad, no es viable para la mayoría de jóvenes rurales. Me atrevo a pensar que esa medida pudo contribuir a alentar la migración de jóvenes a los Estados Unidos. El magisterio era la única y última alternativa antes de migrar.

En términos sociales, significó cortar con procesos formativos estratégicos, como la educación bilingüe, que la formación universitaria difícilmente sustituirá, al menos en el corto plazo.

Lo que es absurdo de todo esto, es que una política tan importante como la formación docente, se maneje como un “todo o nada”. ¿O todos graduados universitarios o todos solo maestros a nivel medio? Las condiciones del país, especialmente fuera de la Ciudad de Guatemala, exigen un proceso gradual de cambio hacia el nuevo esquema universitario. Hay que pensar también que estos profesionales universitarios de la educación serán capturados primero por el mercado privado educativo eminentemente urbano, antes que por el propio Mineduc. ¿O acaso ya se cuenta con un esquema de incentivos laborales que motive a estos educadores universitarios para quedarse en el sector público?

Más que ponernos en contra o a favor, ojalá que el Mineduc y todos los asesores externos e internos vean la decisión de la CC como la ocasión para repensar la estrategia. No se trata de tirar a la basura la medida, pero tampoco se puede ignorar a los millares de jóvenes y familias rurales que hasta la oportunidad de alguna educación están perdiendo. A mí me parece algo tan obvio, que no entiendo cómo no se le ocurre a un ministro y sus asesores. El reto es proponer un esquema de gradualidad que sea más razonable para el país y su gente sin oportunidades.

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