CABLE A TIERRA

La fuerza contraataca

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Hay días que el hastío domina; poco importa lo que piense, lo que escriba, y menos aún, lo que necesite la gente que pasa hambre, frío y enfermedad en el país. Hoy veo muy lejano abril del 2015; siento que fue como un sueño bonito del cual desperté demasiado rápido. Hoy abrí los ojos y veo que poco se ha movido, mucho menos cambiado su esencia.

Una nueva camada de achichincles está ya acomodada en los tres Órganos del Estado, operando activamente para desandar lo poco andado para rescatar al Estado. Ministerios y secretarías totalmente inoperantes, movilizadas apenas por la inercia, gastando presupuesto sin importar si sirve o no. Un presidente totalmente ausente de la conducción de los asuntos públicos. Lo protegen de su lengua imprudente y le llevan en andas rumbo a su segundo año de mandato. Su anodina presidencia está delegada en lo que cada ministro o ministra se le ocurre o le dé la gana hacer. Ni siquiera los ministros “rockstar” logran ya transmitir confianza de que saldrá algo bueno. La guinda para el pastel la puso el ministro de Cultura que sale impune de su abuso de autoridad, luego de su fiestecita familiar en el Palacio Nacional de la Cultura.

Hoy es un día que solo logro ver los rostros de los extorsionados, de los ciudadanos anónimos asesinados: el piloto de autobús, el tendero, cada niña violada, abusada y torturada; ver al IGSS esquilmado, muriendo de a poquito y con los zopilotes revoloteando, a la espera de la suculenta carroña. Veo los ríos desviados, las aguas que enferman y los ríos teñidos de tinturas tóxicas; la gente con hambre y sin futuro.

Veo al pelele auto-declarado que asumirá la Presidencia del Congreso en enero acompañado de una jauría dispuesta a torpedear el avance de las Reformas Constitucionales para el sistema de justicia. Veo sindicalistas que queman cohetes en loa a la impunidad, celebrando la conservación de sus privilegios.

Por su lado, las Cortes de Justicia están plagadas de serviles que se aseguran que nada cambie. Son capaces de meter preso a un sacristán de iglesia por robarse unos quetzales, pero le reducen la pena a uno de los alcaldes más cuestionados que ha tenido el país en su historia, y le desestiman a otro, sus incitaciones a la violencia.

Me decepciono porque la Procuraduría General de la Nación adopte un enfoque pragmático y utilitarista en su “defensa de los intereses del Estado” con el negocio de TCQ cuando lo que queríamos era una señal clara y contundente de su parte de que no hay manera de enmendar un negocio con el Estado que nació embarrado por la corrupción. ¿Era eso mucho pedir?

Viendo este escenario, y la ralentización de la acción ciudadana, me temo que el año 2017 no será precisamente luminoso. Si nos descuidamos, puede ser un año de reversiones, alimentadas por la lectura que tienen algunos sectores de que los cambios en el gobierno norteamericano modificarían la agenda política para el Triángulo Norte. No se ve probable que cambie el curso general ya trazado para la región, pero sí podría haber inflexiones en la manera de hacer las cosas, contribuyendo con ello a que se desgasten los procesos de cambio acá en Guatemala.

Todos los días tenemos que escoger entre ver el nubarrón gris o buscar la luz que asoma por el horizonte. Mientras conduzco rumbo al Altiplano, me inspiro en la gente del campo con la que ahora trabajo. Su lucha constante, su sonrisa perenne a pesar de sus circunstancias, su honestidad sencilla se han vuelto un faro de luz. Es allá, y en la confianza que los movimientos ciudadanos urbanos se consoliden y articulen con el campo, que sigue habiendo esperanza de cambio.

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