PLUMA INVITADA

La mujer

Roberto Chávez Zepeda

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En el libro de génesis, en la Sagrada Biblia, se relata que Dios creó al hombre partiendo de un puñado de tierra y le dio vida a través de un soplo divino en su nariz. Aunque quizá para algunas personas parezca irreverente, en algunas ocasiones he dicho que cuando vio al primer ser vivo, creado, no estuvo muy satisfecho, por lo que decidió crear otro ser para que lo acompañara, y en ese nuevo ser rectificó los errores que observó en el primer modelo.

En este punto pensé que estaba incursionando en un terreno escabroso porque la historia está llena de nombres de hombres célebres y hombres talentosos dirigiendo empresas importantes, tanto como de mujeres destacadas, inspiradoras, profesionales talentosas, importantes, creativas, virtuosas, incluso la actual directora de la Nasa es mujer. Ello me permitió aclarar que mi intención era dar reconocimiento a la mujer, genéricamente hablando.

Mi tema va dirigido a la mujer citadina de escasos recursos, y escasa educación, que en su responsabilidad originaria con gran valentía se abre paso a codazos todos los días para llenar en vacío familiar que dejan los hombres, que ni siquiera asumen responsabilidad personal sobre sus propias vidas.

Las niñas maduran más temprano que los varones. Desde sus 10 u 11 años guardan como sacramental el sigilo del inicio de sus menstruos, apoyan en los quehaceres de la casa y en la crianza de sus hermanitos menores, asisten a los institutos para prepararse mejor, esperando que la sociedad se interese en propiciar oportunidades para ellas.

En la capital, al transitar por el Paseo de la Sexta desde muy temprano, se ve a mujeres, incluso con un niño en la espalda, empujando una carretilla de supermercado, ofreciendo desayunos a los jóvenes que se desempeñan en las tiendas, y durante el día también ofrecen elotes cocidos, porque hay demanda, dado que la economía familiar no es un tema para el Gobierno. Creo que en la provincia la situación es mejor.

En Guatemala, la única mujer que participó abiertamente en política fue doña Dolores Bedoya de Molina, en 1821, y desde entonces han transcurrido 63 presidentes, incluyendo al actual, que con muy honrosas excepciones, no han dejado huella de honestidad ni desarrollo para el país.

Recientemente vimos la fortaleza de carácter de una mujer que en EE. UU. luchó para alcanzar el poder y demostrar que las mujeres pueden, al margen de su posición ideológica. Yo insto a las estudiantes y graduadas en Ciencias Políticas para que organicen y capitaneen un partido político femenino y construyan una organización para apoyar a las mujeres que luchan solitarias. Si en algo puedo serles útil, con gusto apoyo para proponer a una mujer de reconocida solvencia moral y capacidad para futura Presidenta de la República.

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