IDEAS

La oportunidad perdida

Mañana se termina el primer año de la administración de Jimmy Morales.

Aunque sus cercanos y hasta él mismo lo califican demasiado bien, la mayoría de guatemaltecos no lo ve así, al grado de que en un sondeo realizado por Prensa Libre en Internet, el setenta por ciento lo calificaba con la opción más baja, entre 1 y 3 puntos, de 10. ¿Fue realmente tan decepcionante? ¿Puede hacer algo distinto Jimmy en lo que resta de su mandato para cambiar las cosas?

Primero, creo que hay que ver todo en contexto. Con todo y las quejas que se puedan tener sobre Jimmy Morales, siempre es importante ver cuál es la alternativa. En el año electoral, las alternativas eran muy claras: Manuel Baldizón y Sandra Torres. La razón principal por la que fue electo Morales fue porque los votantes no querían —o más bien temían— que ganara alguno de los otros. En pocas palabras, votaron por quien consideraban “el menos peor”. No creo que nadie en su sano juicio haya creído que Jimmy podía ser un gran estadista. Ni siquiera considero que muchos le hayan creído su lema de campaña: “ni corrupto, ni ladrón”. En última instancia, votaron por él porque consideraban que era el “outsider”, el de fuera de la política.

Habiendo dicho esto, estoy convencido de que precisamente por esa conjunción de factores, Jimmy Morales tenía la oportunidad casi única de hacer las cosas diferentes, de hacer las cosas bien.

Lamentablemente, sea por su inmadurez, por su desconocimiento, por su inseguridad, o por quién sabe cuántos otros factores, desaprovechó esa grandísima oportunidad. No se necesitaba mucho, con solo que se hubiera subido a la ola anticorrupción que ya venía hubiera bastado para contar con el respaldo de la ciudadanía.

Por irónico que parezca, hasta el mismo Mario Taracena, al destapar el escándalo de la planilla del Congreso, le puso en bandeja de plata lo que tenía que hacer. Y en algún momento él pareció intuirlo, al ofrecer que en el primer semestre haría un censo de los empleados del Gobierno, pero al final ni siquiera eso, que era de lo más fácil que podía hacer, hizo.

Pudo haber hecho las cosas diferentes, valerse del apoyo que tenía entre la población para hacer una cruzada contra la corrupción, pero en su lugar empezó a actuar y comportarse exactamente como lo que los votantes rechazaban: como un político tradicional. Inició rompiendo una de sus principales promesas, la de no aceptar diputados de otros partidos en su bancada. Bajo la premisa falsa de que necesitaba una bancada grande para gobernar, recibió a cuanto corrupto e impresentable pudo, y para ajuste de penas trató de zafar bulto, argumentando que era el partido y no él.

De allí en adelante, todo el camino ha sido cuesta abajo. Jimmy ha ido cayendo en los mismos vicios de todos sus antecesores. Se ha dedicado a viajar y vivir la buena vida a expensas de los tributarios. Se ha peleado con quienes le hacen ver los problemas que hay. Intentó infructuosamente romper su promesa de no incrementar los impuestos y ya anunció que lo volverá a intentar. Y todo esto sin que se vean buenos resultados por ningún lado dentro de su administración.

Lo que ha hecho que desde el año pasado ya haya muchos deseando que se vaya. ¿Se puede rescatar todavía la administración Morales? De que se puede, se puede, todavía le quedan tres años. La verdadera pregunta es si está interesado Jimmy en cambiar las cosas o seguirá ensimismado en su burbuja de cristal, sin importarle que los guatemaltecos estemos cada día más cerca del barranco. ¿Usted qué opina?

Fb/jjliber

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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