PLUMA INVITADA

La pobreza, patrimonio del mundo

Roberto Chávez Zepeda

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La violencia es una de las múltiples manifestaciones de la pobreza, es por ello que me permito tomar de el libro El mundo al revés del autor Eduardo Galeano, los siguientes hermosos párrafos: (…) “Es tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones, miedo a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir”. También me inspiró para involucrarme en este tema, la lectura del libro: Pariendo pobres de Roxana Ávila, licenciada en Informática y Administración Pública.

La pobreza se define como situación o condición socioeconómica de una población que no puede acceder o carece de los recursos para satisfacer sus necesidades vitales. Tristemente la pobreza es un patrimonio del mundo.

La causa es la desigualdad que se agrava en el reparto de los ingresos y de la riqueza en los países y entre ellos, contribuye a consolidar ésta. Las razones por las que tantas personas no pueden satisfacer sus necesidades fundamentales son complejas, al ser esencialmente de naturaleza política, económica, estructural y social, familiar o espiritual, y se refuerzan por la ausencia de voluntad política, y los seres están limitados por la inadecuación de las medidas que toman los poderes públicos, especialmente en lo que toca a la explotación de los recursos locales.

En el plano individual los seres están limitados a la imposibilidad de acceder a los recursos, al conocimiento o a las ocasiones de disfrutar de un modo de vida decente.

En el plano social, las causas principales son las desigualdades en el reparto de los recursos, de los servicios y del poder. Estas desigualdades a veces están institucionalizadas en forma de tierras, de capital, de infraestructura, de mercados, de crédito, de enseñanza y de servicios de información. Lo mismo ocurre con los servicios sociales: educación, salud, agua potable y salud pública. Estas desigualdades perjudican más a quienes habitan en las zonas rurales, en las que viven el 77% de los pobres del mundo, aunque sin duda en las ciudades están todavía más desfavorecidos; todas estas dificultades afectan más a las mujeres que a los hombres.

El problema nacional es que la pobreza es generadora de violencia intrafamiliar, el alcoholismo, el divorcio y la procreación descontrolada, porque el hombre acosado por la asfixiante situación, se siente disminuido en su incapacidad de generar el ingreso familiar necesario, y para reafirmar su hombría, copula irreflexivamente incrementando la prole irreflexivamente.

En los planos social, económico y estructural, las resultantes son múltiples, variadas y generadoras de distintos tipos de violencia: Los embarazos de jovencitas, la procura de los papás, sobre todo de las madres, por casar pronto a la mayorcita, para quitarse una boca de encima, la imposibilidad de evitar que los varones tengan que cambiar la escuela primaria por una “caja de lustre” para agenciarse los alimentos del día y llevar algunos centavos a la casa por la noche —y ojalá los lleven— otros, se incorporan a grupos de mareros y las jovencitas entregadas a la prostitución, la realidad que nos presentan las noticias como una eficiente labor, no es más que el afloramiento de la pobreza.

La Constitución dice en su Artículo I. Protección a la persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común. Artículo 2. Deberes del Estado. Es deber del Estado, garantizar a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. Irrespetar o violar la Constitución constituye un delito fraglante.

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