VENTANA

La voz universal del Popol Wuj

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El 30 de mayo se conmemora el día del Popol Wuj, nuestro Libro Nacional. Carlos Navarrete, en una conferencia, comentó que el Popol Wuj es como la Biblia o las Upanishadas de la India. La voz de sus mitos sigue generando eventos como los que ocurrieron en los templos y plazas de las ciudades mayas prehispánicas. Por ejemplo, el mito de los héroes gemelos fue parte de un programa ejecutado por la compañía del ballet Bolshoi de Moscú. En el Japón, en una cueva del monte Fujiyama, se hizo una escenificación teatral del viaje de los gemelos a Xibalbá. En América del Sur se han presentado exposiciones con pintura inspiradas en sus textos k’ichés. “El Popol Wuj”, concluyó Navarrete, “es una obra cultural universal que camina sola por el mundo.” ¿Cuál es el encanto de sus mitos transmitidos oralmente de generación en generación desde tiempos inmemoriales?

Recordé a don Juan, el chamán yaqui, cuando le dice a Carlos Castaneda, en el libro, Viaje a Ixtlán, que el mundo del día a día no es real como creemos, sino que es simplemente una descripción que nos machacan en la mente desde el momento en que nacemos. ¡Ahhh! El Popol Wuj atrae porque sus mitos describen una realidad diferente a la nuestra que es moderna y occidental. El maya antiguo percibió al universo como un todo inseparable de su vida. “No lo miraba, lo “veía”, enfatizó el Clarinero. Christa Schieber de Lavarreda, arqueóloga y directora del Parque Arqueológico Tak’alik Ab’aj (TA), comenta que el entorno natural es “omnipresente” en todas las dimensiones en TA. El paisaje, las plantas, los animales fueron plasmados en sus manifestaciones artísticas, como el cocodrilo, que simboliza a la Madre Tierra, en el Altar 48. “El antiguo habitante de TA tuvo el cuidado de representar la variante de las especies, como por ejemplo, el sapo bufo (con su glándulas) o la ranita trepadora o el murciélago comedor de frutas. ¡Solo pensar que escogió a la ceiba, un árbol, como eje del mundo!” Christa, como muchos chapines, soñamos con la conclusión del Museo el Caracol del Tiempo en TA. Las piezas extraordinarias que serán exhibidas portan esa cosmovisión única descrita en el Popol Wuj.

Uno de mis pasajes favoritos es cuando los señores de Xibalbá mandan a llamar a los héroes gemelos para jugar a la pelota. Para que el mensaje les llegara más rápido, el sapo se tragó al piojo, la culebra se tragó al sapo, el halcón se tragó a la culebra, hasta que Junajpu e Ixbalamké, al ver al halcón, le tiraron con sus cerbatanas y le pegaron en un ojo. Estas escenas ocurren en el plano de un mundo real, donde todo está separado, donde se compite, donde el fuerte domina al débil. El mito explica que, desde entonces, los sapos son la comida de las culebras y las culebras son la comida de los halcones. Aquí todo muere. Pero hay una dimensión, paralela a la primera, donde la vida se conserva. Me refiero al mundo de las relaciones donde se coopera, no se compite. Aquí los gemelos sanaron el ojo al halcón, el halcón accedió a darles el mensaje y regurgitó a la serpiente, la serpiente vomitó al sapo, el sapo intentó vomitar al piojo (el portador del mensaje), pero como no pudo, los gemelos le rasgaron la boca y lo encontraron pegado, oculto, entre sus dientes. El mito revela sutilmente cómo los animales, a pesar de ser de especies diversas, cooperan entre sí para conservar la vida de su ecosistema, para ganarle a la muerte. ¡Y la biología hasta ahora lo descubrió!

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