CATALEJO

Los monstruos de millones de cabezas

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Son numerosos los ejemplos de invenciones realizadas a lo largo de la historia por la inventiva humana, cuyas motivaciones originales se ven desfiguradas a consecuencia de emplearlas con fines distintos.   La pólvora, por ejemplo, es un efecto de la cultura china con el fin de realizar fuegos artificiales, pero después se le usó como elemento fundamental de armas para su uso en la guerra. Es solo un ejemplo, pero hay muchísimos. En el mundo actual las recientemente creadas redes sociales alrededor de 1995  con el fin de facilitar la comunicación entre personas amigas, se han convertido en monstruos de millones de cabezas con efectos multiplicadores increíbles hasta hace poco tiempo, como consecuencia de adicionales avances tecnológicos.

Cada día se van conociendo opiniones y estudios serios acerca de los efectos desastrosos como consecuencia de una descomunal avalancha de información, ciertamente, pero utilizada con malos propósitos. La humanidad, en sus manifestaciones de cultura, muchas veces milenaria, así como de forma de ser, se encuentra en un proceso de masificación total al recibir instantáneamente toda clase de basura, por desgracia en la misma vía en la cual llega información útil, gracias a la cual la persona puede afianzarse como tal. Uno de los peores efectos de estos monstruos ocurre cuando se les utiliza con el fin de divulgar mensajes políticos e ideológicos sesgados, y como medio para facilitar delitos, información o mentiras vergonzosas causantes de descrédito.

En resumen, puede señalarse de hecho una falta de regularización de esas actividades ilícitas, sobre todo en la facilidad otorgada por las empresas regidoras de las redes sociales para permitir a alguien el ingreso a sus tecnologías. A veinte años de su aparecimiento ya es urgente afianzar las leyes relacionadas con las vías de información cuando se convierten en rutas de información anónima y, por tanto, cobarde. Es urgente entonces seguir analizando este nuevo horizonte desde su aspecto legal y, por supuesto, ético y del derecho humano a no ser víctima de acciones gubernativas o de otro tipo, peligrosas en sí mismas. Para ilustrar todo esto, ayer fue publicado en Prensa Libre un artículo cuya lectura debe ser obligada para quienes confían con ingenuidad en las redes.

Los datos son muy claros y simples de entender. Las redes sociales se pueden mal utilizar para ataques cibernéticos, controles de ciudadanos críticos de un gobierno, detenciones injustificadas debido a lo anterior, bloqueo de información, presentación de propaganda y de informaciones falsas a favor de un gobierno gracias a la participación de grupos organizados con el fin de divulgar toda clase de falsedades, además de supuestos apoyos o rechazos populares a cualquier tema, incluyendo encuestas de opinión. Por supuesto, en estas condiciones es imposible la sostenibilidad del sistema democrático, porque a los ciudadanos les es imposible tomar decisiones o saber si lo recibido no responde a malas intenciones de cualquier tipo.

Nadie imaginó esta terrible posibilidad cuando nacieron, muy modestamente, las redes sociales. Nunca como ahora los seres humanos reciben tanta información, de tantos lugares, pero paradójicamente nunca ha sido tan difícil entender la necesidad de ser desconfiado ante lo recibido, ni de comprender el convertirse en un cómplice cuando divulga cualquier mensaje recibido. Ha llegado la hora de exigir normas legales para lograr en lo posible machetear algunos millones de las cabezas de los monstruos. No lo creo una exageración. Los resultados políticos ocurridos en países de un supuesto alto nivel educativo, solo tienen explicación si se agrega al análisis la manipulación de datos. Imposible prever los resultados en países como el nuestro.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.