LIBERAL SIN NEO

No pasamos de aspiraciones

Leí con interés en un diario del país una publicación sobre propuestas para el desarrollo social en Guatemala. Pensé que encontraría ideas originales, propuestas audaces, políticas descabelladas y espíritu de aventura. Encontré más de lo mismo. Reactivar, promover, modernizar, dinamizar, impulsar, potenciar, transformar, acelerar y movilizar; todo ello ambiental, comunitaria y ancestralmente amigable y socialmente equitativo. No va a suceder; el dinamismo económico, productivo y comercial es desordenado y sobre todo disruptivo; creado y guiado por la actividad empresarial.

El crecimiento económico y el desarrollo del país están condicionados por la cantidad, y más por la calidad, de actividad empresarial. La escala y capacidad de las empresas para generar empleo y valor están directamente relacionadas con los niveles de inversión. Mayores niveles de inversión crean actividades productivas más complejas, con cadenas de valor más largas y distributivas. La principal causa de la pobreza y del atraso es precisamente el bajo nivel de capitalización —inversión— de la actividad empresarial.

El nivel de emprendimiento en Guatemala es relativamente alto. Según datos del Reporte Guatemala del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), cerca del 20% de la población adulta se encuentra en alguna actividad de emprendimiento temprano (TEA). Entre los 54 países que participaron en este estudio, China ocupa el primer lugar, con 24%, y Chile el segundo, con 23.6%. Guatemala ocupa el noveno lugar en este indicador y cercanos se encuentran Panamá, con 21%, y Tailandia, con 20%. El crecimiento y desarrollo de Guatemala está muy por debajo de estos países.

Los niveles de inversión con los que inicia un negocio en Guatemala son bajos. De acuerdo con el informe, 73% de la actividad empresarial temprana requiere menos de Q20 mil para iniciar su negocio y más de 25% requiere menos de Q5 mil. Otra forma de interpretar estos datos es que más de dos tercios de los negocios iniciados en Guatemala arrancan con inversión de menos de US$2,600 y una cuarta parte empiezan con capital inferior a US$650. Menos de 3% de los emprendimientos tempranos en el país inician con capital superior a Q100 mil (US$13 mil). Para dimensionar adecuadamente estas cifras, la creación de un empleo formal y duradero requiere de una inversión de alrededor de US$25 mil.

Según el informe del GEM, la mayoría de los negocios en el país son “unipersonales”; cerca de cuatro de cada cinco nuevos emprendedores (80%) no crean un solo empleo directo adicional al propio. Esto significa que cuatro de cada cinco son emprendedores por supervivencia; se ven obligados a “poner un negocio” por la falta de empleo. El sistema y el ambiente en Guatemala no son amigables a la inversión, especialmente si esta es mediana o grande. Desde abajo, la barra de la formalidad es alta y gruesa; desde arriba, la barra de la seguridad jurídica y física es baja.

En abstracto, TCQ sería un excelente proyecto para Guatemala. Los hechos dejan evidencia, para inversionistas domésticos y de ultramar, que un proyecto de esta magnitud no se puede realizar sin repartir mordidas, empezando desde arriba, pasando a diezmar a todas las talanqueras regulatorias, retenes y protestas pacíficas en el camino. La cancelación de las concesiones mineras subraya la falta de seguridad jurídica y que la protesta vale más que la palabra y el contrato. Además del muro regulatorio, burocrático, fiscal y la mentalidad antiempresa, están el asfixiante crimen organizado y el desorganizado. ¿Promover el turismo? ¡Ahá! ¿Y qué más?

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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