SI ME PERMITE

Nuestro mundo es un perfecto mosaico cultural

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“Una cultura es el ejercicio profundo de la identidad”. Julio Cortázar

Cuando nuestra sociedad tiene asignado un día al año para el Día Mundial de la Diversidad Cultural, es esta una invitación para repensar y darnos cuenta de que estamos en una sociedad en la cual no tenemos alternativa en reconocer que nosotros no somos la cultura, sino que somos una que está formada del rompecabezas de las muchas culturas que integran este universo.

Nuestro mundo es un gran mosaico de culturas que, vistas individualmente, pueden crear preferencias o bien prejuicios, pero ninguna de las dos se justifica. Hay que saber entenderlo como un todo para que su valor no se distorsione. Principalmente se debe conocer la cultura a la que uno pertenece, conocer su historia y también sus debilidades, como también sus fortalezas.

El error frecuente dentro de una sociedad es hacer comparaciones entre las culturas, cuando se debería entender que ninguna de estas debe compararse con otra. Pudieran tener similitudes y aun ellas son muy de criterio personal y no tener asuntos normativos que las convierte en igualitarias.

Qué desagradable sería si existiera una uniformidad cultural, tan solo con pensarlo es incómodo. Mejor está la maravilla de la diversidad y la razón de cada una de ellas en su lugar y en su tiempo. El simple esfuerzo de conocerlas y apreciar su perfil puede ampliar nuestra manera de pensar y también la belleza que implica saber convivir.

En una cuestión personal, lo favorecido que he sido en nacer en un hogar donde mi padre tenía una cultura e idioma y mi madre otra. Si me dirigía a mi padre en el idioma de mi madre, era llamado al orden. La ventaja fue que, conservando las dos culturas de mis padres, formé mi hogar con una dama que tenía otra cultura y costumbres diferentes a las que ya tenía. Créame que una riqueza invaluable cuando sabemos relacionarnos en ellas.

Mis hijos aprendieron que en la diversidad todo fue un valor agregado y tuvieron que aprender a desempeñarse en más de una cultura, lo cual hasta hoy les ha favorecido para una infinidad de relaciones.

Antes de juzgar una cultura tenemos que saber aceptarla. Hacer esto no solo nos cultiva la claridad de convivencia, sino también nos engrandece por el simple hecho de que no solo las entendemos, sino que también nos sentimos parte de ella.

El negar esta realidad nos puede aislar al extremo de hacernos sentir anulados en medio de una sociedad en la cual debemos compartir todos los recursos para poder vivir. A esta acción le podemos llamar convivencia.

Nuestra modernidad se esfuerza en ignorar la diversidad cultural y lo único que ha logrado con eso es crear híbridos carentes de una auténtica identidad para poder transferirla a las próximas generaciones, no porque esta sea mejor que otra, sino porque es la que le pertenece a uno y, por lo mismo, lo que dejamos es un legado para futuras generaciones.

En un país como Guatemala estamos más que favorecidos en una diversidad cultural; y los que nos visitan se van admirados por la riqueza que esa variedad implica.

Deberíamos nosotros, que formamos parte de este país, empezar a valorarnos, y esto es simplemente el juicio,también aceptarnos y honrarnos los unos a los otros para que podamos crecer y construyamos un nuevo panorama para nuestra vida.

Lo que nos queda como tarea es valorar lo que tenemos y también tomarnos el tiempo para conocer nuestra historia, así como también nuestra herencia, por el simple hecho de que es la nuestra.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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