EDITORIAL

Nuevo esfuerzo contra las maras

La buena noticia para los países que integran el triángulo norte de Centroamérica es la instalación de la fuerza trinacional que forman agentes policiales de Honduras, El Salvador y Guatemala para combatir la amenaza creciente que representan las maras para la seguridad de estas naciones.

La noticia preocupante es que esa es una de las amenazas más descomunales para cualquier país que debe enfrentar a dichos criminales, que se calculan —sumados los tres países— en más de cien mil, cuyo mayor número se ubica en Honduras y El Salvador.

Es el caso salvadoreño el que ha dado los mejores ejemplos del poderío que han acumulado estas organizaciones de antisociales. No solo por lo sanguinario de sus actuaciones, sino también debido a la elaborada estrategia para movilizar el dinero de sus acciones criminales, al punto que muchos de ellos se han convertido en pequeños empresarios, sin que ello implique que abandonen su sangrienta y atemorizante actividad delictiva.

Para reducirle revoluciones a esa volatilidad, los presidentes Juan Orlando Hernández, de Honduras; Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador; y Jimmy Morales, de Guatemala, lanzaron ayer en una zona fronteriza de los tres países la fuerza trinacional, también integrada por efectivos militares, con el objetivo de plantear una respuesta regional que buscará una movilización a lo largo de esas fronteras y también para combatir otras expresiones del crimen.

Esto no implica que en la persecución de los criminales vayan a participar fuerzas de tres países, sino que cada nación hará su tarea dentro de su propio territorio; pero buscando que el impacto sea en zonas fronterizas sensibles también para el trasiego de drogas y de seres humanos. Lo que sí puede plantear una diferencia es la labor de inteligencia que se viene trabajando desde hace meses y que ha permitido algunas capturas internacionales.

Ese esfuerzo debe ser reconocido, porque las maras han tenido también una evolución que ha pasado del simple pillaje a convertirse en fuerzas sofisticadas que incluso acumulan fortunas descomunales. Pero también porque su accionar ha convertido a esta región en una de las más violentas del mundo.

En el acto inaugural, el presidente Hernández, de Honduras, declaró ayer que solo durante el año pasado las maras pudieron haber sido las responsables de al menos 17 mil muertes violentas, y aunque también indicó que su país ha superado mucha de esa siniestralidad, todavía sigue siendo un enorme problema causante de la migración forzada a Estados Unidos.

En Guatemala, los mayores estragos los han causado los pandilleros en el sistema de transporte público, donde sus principales víctimas han sido los pilotos, blanco no solo de ataques violentos sino también de las extorsiones, que por su éxito se han extendido a muchos otros sectores.

Es bienvenida la formación de esa fuerza trinacional, y lo deseable es que pueda tener éxito en sus labores, porque esta región necesita urgentemente que se bajen las revoluciones a esa creciente espiral de violencia y de muerte.

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