EDITORIAL

Nuevos desatinos de la era Trump

Donald Trump cometió un acto en el que se mezclan crueldad y cobardía al ordenar que sea cancelado un programa de protección a los migrantes conocidos como “soñadores”, establecido por su antecesor, Barack Obama, quien se dio cuenta del evidentemente enorme potencial que representa para Estados Unidos el talento de 800 mil jóvenes estudiantes de distintas nacionalidades, entre los cuales se cuentan unos 39 mil guatemaltecos.

Es cruel la acción porque condena a un futuro de pesadilla a esos miles de jóvenes, cuyo único pecado es haber entrado de manera irregular a territorio estadounidense a corta edad, pero sobre todo porque muchos de ellos ahora son tan estadounidenses como cualquier otro, ya que el tiempo transcurrido desde su llegada ha provocado de hecho una ruptura de los lazos con los países de origen, al punto de que el idioma que mejor hablan es el inglés, entre otras características culturales y sociales.

La decisión evidencia también cobardía, porque el presidente Trump ni siquiera se atrevió a anunciar personalmente su potencialmente terrorífica medida, sino que le delegó la vergonzosa tarea a un servil secretario de justicia, quien ni siquiera pareciera estar consciente de lo que informaba.

De hecho, durante su discurso llegó al extremo de afirmar que la medida de Obama había dejado sin trabajo a miles de estadounidenses y benefició a personas que tienen antecedentes penales, lo cual es una simple y llana mentira, porque para calificar en el programa Daca era necesario acreditar un récord policial y judicial limpio.

Un aspecto que la mayoría de los economistas describen como una amenaza que trae esta decisión para Estados Unidos se refiere a la innovación y productividad de ese país, cuya población envejece o bien se encuentra dentro de enormes sectores que no han alcanzado altura de educación o especialización.

Horas después de anunciada la impopular medida, el mandatario estadounidense comunicó que delegaba en el Congreso la responsabilidad para encontrar una solución definitiva para resolver la situación de los jóvenes migrantes sin papeles, pero el daño ya estaba hecho, la angustia ya se encuentra repartida en varios países y ello ha sido la motivación de protestas en diferentes ciudades.

Expertos en distintos foros han advertido de que, de materializarse esa impopular medida, el costo para Estados Unidos en el corto plazo podría ascender a unos cuatro mil millones de dólares, pero también se suman a ello restricciones para viajar a ese país para millones de personas, lo que, acompañado de nuevas medidas para reducir la migración ilegal, puede convertirse en un duro revés para una potencia.

Varios gigantes de la tecnología, como Microsoft y Facebook, han externado con claridad su opinión adversa a la imprudente medida trumpista, quien no quiso o no tuvo el valor y la capacidad de comprender las serias advertencias que se le hicieron desde este sector empresarial, que ha tenido buena parte de sus fuentes de inventiva y creatividad en los migrantes. Por ello, demócratas y republicanos tienen el reto y la oportunidad de salvar a EE. UU. de la segura debacle a la cual los lleva un Ejecutivo impulsivo, irreflexivo y dominado por el populismo.

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