EDITORIAL

Oportunidad de mejora en garantías

Si bien la corrupción ha sido uno de los más punzantes temas en nuestra vida cotidiana, por el nivel de abuso al que llegaron funcionarios, gobernantes y sus círculos de poder, hay otros, igualmente medulares, para el avance del país pero que tampoco reciben la debida atención.

En su reciente visita a Guatemala, el presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Francisco Eguiguren Praeli, dejó una amplia agenda para el Estado. Dijo que se han dado pasos positivos que todavía son insuficientes y que muchos de los problemas que fueron la causa del conflicto armado interno persisten y a la vez son de nuevo el origen de muchos males que repercuten en el irrespeto de otras garantías.

No se necesita la visita de expertos para saber que poco ha cambiado en la mayoría de los temas cruciales que podrían marcar la diferencia para el reencauzamiento nacional hacia estándares más aceptables de convivencia. Uno solo de ellos, la seguridad ciudadana, puede servir de ejemplo para evidenciar el abuso cotidiano que afrontan miles de guatemaltecos, ya que las autoridades han sido incapaces de alcanzar logros sostenibles.

En torno a ese tema giran otros que a su vez influyen en el deterioro de diversos derechos, como la debilidad del sistema de justicia, cuya infraestructura se ve superada por el desborde de criminalidad en todos los niveles, lo que también repercute en el hacinamiento y el deterioro del Sistema Penitenciario, donde el abuso está fuera de control.

Además, es escasa la conciencia sobre el irrespeto a los derechos de los niños, las mujeres y los adolescentes, porque estas son categorías mucho más alejadas de las prioridades para las que se asignan recursos, y por ello es que se han incrementado los operativos contra bandas de trata, abusadores sexuales o explotadores de la niñez, en los cuales el brazo de la justicia apenas llega y, en consecuencia, se desbordan esos flagelos.

Capítulo aparte merecen la discriminación y el racismo, principalmente hacia las mujeres indígenas, aspecto en el cual quizá lo único que haya mejorado sean las asignaciones presupuestarias porque también resulta difícil enumerar logros después de varios gobiernos que deberían incluir estos problemas dentro de sus agendas específicas.

Otra de las observaciones de quienes visitaron el país por parte de la CIDH es que muchos de esos rezagos persisten porque también se libra una crucial batalla contra estructuras criminales, grupos de poder que, en conjunto, ejercen presiones en contra de los operadores de justicia, lo cual busca demeritar su labor y favorecer la impunidad.

Buena parte de esta problemática se ve agravada por un marcado irrespeto hacia las instituciones, y esto ocurre en todos los niveles, en perjuicio del fortalecimiento de una cultura que coadyuve a una convivencia de respeto.

Todo esto confluye, según Eguiguren Praeli, en percibir a Guatemala como en una encrucijada, donde todos los sectores deben tomar decisiones en el corto plazo para marcar el rumbo a seguir, con miras a superar los rezagos y muchas de las causas de la conflictividad que limitan el respeto a los derechos fundamentales.

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