A CONTRALUZ

Paz a fuego lento

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Según Kuran (1995), las personas asumen una actitud de prudencia cuando perciben que su opinión no es la mayoritaria y temen ser aisladas o mal vistas. Por ello, cuando son consultadas por algún asunto clave prefieren mentir antes que revelar su verdadera posición. A eso, este sociólogo le llama la Espiral de la Prudencia o Falsificación de Preferencias porque la gente dice lo que la versión mayoritaria, real o imaginaria quiere escuchar, pero en realidad puede estar en contra. Tal fenómeno de opinión pública podría rondar en torno al desacierto de algunas encuestas de opinión, como las efectuadas en Colombia cuando vaticinaban un voto favorable para el sí de entre el 55% y el 62%. El resultado adverso tomó por sorpresa tanto a quienes ya festejaban la victoria para el Sí como a quienes apostaban por el No.

Es importante señalar tres elementos que habrían contribuido a elevar el voto negativo en el plebiscito del domingo último. Al igual que ocurrió en la consulta popular de 1999 en Guatemala, la mayoría de la población colombiana desconocía el contenido de las 297 páginas que integran los acuerdos de paz, algo que fue exacerbado por la ultraderecha que construyó una visión apocalíptica para el futuro cercano en el que Timochenko, el comandante de las Farc, ya aparecía como el próximo presidente del país, recibiendo órdenes desde Cuba. A esa leyenda urbana se agregó la mala imagen que tiene la población de la guerrilla por los crímenes de lesa humanidad que cometió durante el conflicto armado. A ese coctel se añadió la percepción popular negativa sobre el gobierno del presidente Santos. Según una encuesta de Gallup elaborada en mayo, el 70% de colombianos tenía una opinión desfavorable del mandatario.

El No a los acuerdos de paz obtuvo el 50.21% de los votos, frente a un 49.78% a favor del Sí. Sin embargo, el verdadero ganador del referendo fue el abstencionismo, que se ubicó en un nivel histórico de 62.6% y que estaría a tono con el desencanto de la población hacia este tipo de consultas que, como las elecciones, no han deparado cambios significativos en la calidad de vida de los colombianos. Ahora bien, ¿qué va a pasar? Es indudable que el balón está en la cancha del expresidente Álvaro Uribe, principal promotor del No, cuya figura política se eleva, pero sobre sí también tiene un gran peso en términos de que podría afrontar un acelerado desgaste si se rompe el cese el fuego. Sobre él recaerían las culpas. Cualquier acción violenta asociada al conflicto armado puede afectar su imagen y por eso quizá se ha apresurado a asegurar que su objetivo es alcanzar un acuerdo nacional para reorientar los acuerdos de paz.

En el nuevo escenario se desdibuja la figura del presidente Santos y aparecerían el antagonismo entre las Farc y el uribismo. La guerrilla asegura que no dará un paso atrás en el acuerdo de paz, al cual le da un carácter de “irrevocable efecto jurídico” y que el plebiscito solo era un aval político. En el bando contrario, los partidarios de Uribe rechazan lo que consideran privilegios para los insurgentes como tener asegurados cinco escaños en el Senado y cinco el Congreso en las elecciones del 2018, y que la justicia no tocará a los rebeldes que cometieron crímenes de guerra. La expresión “la política es el arte de lo posible”, atribuida entre otros a Aristóteles, Maquiavelo y Bismarck, cae como anillo al dedo a la situación colombiana. No hay duda de que habrá paz, porque los acuerdos son perfectibles, solo habrá que esperar un poco mientras las partes en conflicto entran en razón y dirimen sus diferencias.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.

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