CON NOMBRE PROPIO

Por mamás felices

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Hoy se celebra, con todo el mercadeo posible, el Día de la Madre. Los comercios hicieron su agosto en mayo, los restaurantes estarán llenos, las tarjeterías —si es que aún existen— tienen un suspiro, las flores van y vienen, hay día de asueto en colegios y en montón de lugares las mamás no llegarán a trabajar en bancos, industrias y comercios. Es buen momento para reflexionar, aunque sea un poquito, de lo que significa ser madre por estos lares.

Hace dos meses y dos días se quemaron más de cuarenta niñas en un hogar a cargo del Estado. Estas menores se encontraban en ese lugar, algunas porque habían sido abandonadas por su propia familia, y a otras –este es el punto más importante— su propia familia las había depositado en dicho albergue, ante su impotencia para enfrentar la rebeldía característica de la adolescencia; así de sencillo.

De acuerdo con datos del Observatorio de Salud Reproductiva, de enero a julio del año pasado 37,655 bebés nacieron de madres de entre 10 y 19 años de edad, y de todos estos, 1,103 tuvieron una mamá de entre 10 y 14 años. Para decirlo de manera más clara, estos 1,103 bebés fueron producto de violación, porque todo acto sexual con niña menor de 14 años es una violación —no hay excepción—.

Hemos llegado al extremo de que la violación de niñas es una práctica “común” dentro de este país. Es mentira si creemos que existen 1,103 denuncias de violación y no existirán estos juicios porque es un absurdo monumental pensar que solo desde el ámbito del Derecho Penal y del castigo de cárcel esto debe ser combatido, sobre todo cuando grupos muy poderosos se oponen hasta a la reforma mínima del sistema de justicia.

Para estos casos se requiere no solamente castigo, sino un acompañamiento a la víctima y a los bebés de una forma como nunca se ha hecho en e Guatemala. Si no damos un giro de 180 grados no tendremos un resultado distinto.

La violación de niñas suele provenir del entorno familiar. Padres, abuelos, hermanos, tíos, primos, hermanastros y padrastros son quienes, en la mayoría de casos, han provocado esos 1,103 nacimientos.

Hemos creado una sociedad tan chata y miope que no entendemos que la causa de todos estos males es porque la familia —sin perjuicio de que ya no aplica el concepto tradicional de la misma— es donde se encuentra la gran fuente de este infortunio.

Sobre las maras se agolpan jóvenes que no tienen ningún entorno familiar. La migración, tanto interna como externa; las separaciones, los divorcios, los embarazos no deseados, la ausencia de información sobre educación sexual al alcance y hasta las absurdas horas de tránsito ayudan a provocar que los niños crezcan cada vez más solos, pero encima de todo eso, también miles de madres han perdido a sus hijos criados con amor y ternura porque la violencia se los ha arrebatado, ya que en este país se empuja a muchos a la delincuencia.

Cuando vemos que 1,103 madres menores de 15 años hoy tendrán su primer Diez de Mayo, clamemos para combatir las razones que nos tienen como estamos, porque el deporte nacional es combatir efectos y callar causas. Mientras existan niñas criando niñas, el horizonte no será de esperanza.

Si nuestro país no invierte en educación y cambia de forma dramática su esquema, no nos quejemos de la desintegración familiar, la pérdida de valores y la violencia, porque todo esto tiene claras causas.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.