IDEAS

¿Por qué el sorteo es la mejor opción?

Hace un par de semanas propuse que la mejor opción para la selección del nuevo fiscal general es que el presidente Jimmy Morales lo escoja por sorteo entre los seis candidatos finalistas propuestos por la Comisión de Postulación. Recibí un sinnúmero de críticas argumentando que cómo se me podía ocurrir semejante estupidez, si la elección del fiscal era algo tan serio. A pesar de ello, sigo sosteniendo que el sorteo es la mejor opción para seleccionar, no solo al Fiscal, sino también a los magistrados de las cortes. Y es la mejor opción simplemente porque reduce las posibilidades de “manipulación” que a muchos preocupa, aunque, por lo visto, solo del diente al labio.

Para empezar, sería bueno que quienes se rasgan las vestiduras por “defender la democracia” investigaran un poco qué es lo que realmente defienden, ya que si a esas vamos, en la democracia original, la ateniense, la mayoría de cargos públicos, incluidos los jueces, eran seleccionados por sorteo. La razón era sencilla: reducir los incentivos para la corrupción y la manipulación.

Dejando atrás el precedente histórico, analicemos la elección desde el lente de la tan temida “manipulación”. ¿Cómo se puede “manipular” una elección como esta? Según las teorías de conspiración planteadas, los “manipuladores” llegarían incluso al extremo de montar universidades completas con el solo propósito de tener un puesto en las comisiones de postulación. Una versión más reducida sería la compra de voluntades de algunos miembros a través de regalos y favores —de lo que se acusa al Rey del Tenis—. Por consiguiente, se colige que algunos miembros van a tratar de manipular la discusión a manera de incluir por lo menos alguno de sus “gallos tapados” en el grupo finalista. Presumiendo que lo logran, los “manipuladores” todavía necesitarían ser capaces de conspirar con el presidente para que escoja a quien lograron colar.

En el caso del presidente, si fuéramos ingenuos, creeríamos que debería escoger a la mejor opción para todos los guatemaltecos, indistintamente de sus intereses particulares, pero la historia y la experiencia nos indican que esto no funciona así. Lo más probable es que el presidente se va a decantar por quien considera que puede ser una pieza útil en caso de necesitarlo. Si además es un buen candidato, será la suerte de los ciudadanos. En pocas palabras, con esta forma de elección, hay muchas posibilidades de que a quien se escoja no sea necesariamente la mejor opción.

¿Cuál es la diferencia de hacerlo por medio de sorteo? Pues de entrada se elimina la discreción del presidente de escoger aquella opción que le sea más favorable, indistintamente de si es la mejor o la peor. Pero esa solo es la guinda del pastel. Lo más importante es el efecto sobre las decisiones que tome la comisión de postulación.

Se reduce el incentivo de los “manipuladores”, ya que no hay posibilidad de amarrar el último eslabón de la cadena —el presidente— y por lo tanto el éxito de todos sus esfuerzos al final depende del azar, que por definición no es “manipulable”. Pero el efecto no termina allí. El hecho de que cualquiera de los finalistas tiene la misma posibilidad de ser electo pone más presión a los miembros de la comisión —los no “manipulados”— para ser mucho más cuidadosos al analizar a cada uno de los candidatos, verificando su idoneidad y la posibilidad de ser lo más imparciales posible.

En resumen, ¿usted realmente cree que la “opinión pública” con intereses dispersos va a ser más efectiva para lograr un buen resultado que los “manipuladores” con intereses concentrados? Ante esa disyuntiva, yo confío muchísimo más en la presión del azar.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).