TIEMPO Y DESTINO

Por qué Prensa Libre es grande

Luis Morales Chúa

|

Pedro Julio García terminó su discurso mencionando algunas de las causas, razones o motivos por los cuales, en su opinión, Prensa Libre es grande, no solo en el sentido físico sino en su proyección siempre creciente hacia los millones de lectores que reciben de sus páginas la más abundante y mejor información. Lo dijo con las siguientes palabras:

“Si Prensa Libre es grande, tiene que ser por la excelsitud de sus amigos; si Prensa Libre es fuerte ha de ser por la reciedumbre espiritual y afectiva de quienes le otorgan su confianza. Y si Prensa Libre tiene una razón, una sola, para sentirse orgullosa —para que todos nosotros nos sintamos complacidos en este rellano de los veinticinco años— es la calidad humana de quienes al brindarle su afecto han depositado en ella también su fe; la fe que puede merecerles un vehículo de comunicación social. Son hombres y mujeres que, como Pepe de Lima, como tantos otros aquí presentes y ausentes, nos han tendido su mano munífica y nos han abierto su corazón dadivoso. En Pepe de Lima, su regio abanderado, mis compañeros y yo abrazamos emocionados, agradecidos, reconfortados por su apego, a todos los que bien comparten nuestros ideales y han participado de nuestros afanes, de nuestras inquietudes y de nuestras aspiraciones en servicio de Guatemala. ¡Muchas gracias!”.

Grande, fuerte, libre y fecunda son los cuatro pilares que en el pensamiento del primer director de este diario sustentan la personalidad periodística de este rotativo.

Imagino que si hubiese estado vivo y presente hoy en las celebraciones del 65 aniversario, el texto de su discurso habría tenido pocas variantes, excepto por el hecho de que casi todos los amigos por él mencionados ya no viven.

Pedro Julio García falleció en diciembre de 2001, a los 79 años de edad, en un hospital privado, de esta ciudad. Desempeñó con extraordinario acierto la dirección de Prensa Libre durante cuatro décadas, y junto a la nostalgia que subyace en el fondo de su discurso, pronunciado durante las celebraciones del XXV aniversario, se encontraría hoy con el hecho evidente de que “el progreso es inevitable” y el “estancamiento no es la disyuntiva”, como lo expresó en aquella oportunidad.

Si después de la muerte el retorno a la vida fuese posible —por supuesto que no lo es— le sorprendería ver, en el 2016, al diario convertido en una de las empresas más grandes y mejor organizadas de la región. Y con la calidad de ser, nacional e internacionalmente, el medio de comunicación de mayor credibilidad.

De las ocho páginas publicadas el primer día, hubo en la década de los 90 ediciones de más de doscientas páginas.

Así, los tiempos de los linotipos —que moldeaban líneas enteras de letras con plomo caliente y humeante y después eran colocadas a mano por Oswaldo Romero y sus ayudantes en “formas” de acero para integrar textos completos— pasaron para siempre. Hoy, una asombrosa tecnología ha sustituido a los antiguos talleres del trabajo manual.

Y no obstante la gran facilidad que Pedro Julio tenía para escribir y la profundidad de su pensamiento, no escribió libro alguno. El único texto que puede ser consultado para conocer su vena literaria es el titulado Artículos de Pedro Julio. Se trata de un libro que preparé yo. Contiene artículos escritos por él y publicados semanalmente en un segmento los domingos. Tiene un prólogo que, a petición mía, escribió Teresa Bolaños de Zarco.

Pedro Julio declinó muchos, no todos, homenajes que le ofrecieron en vida; pero, el libro en cuestión, en verdad, le gustó. Recibió emocionado la edición completa. Guardó una parte en su oficina de director y con frecuencia regalaba ejemplares a personas que lo visitaban. Les ponía dedicatoria y firma.

Y es que los libros son, algunas veces, la parte viva de su trabajo que dejan los periodistas que se mueren.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: