MIRADOR

Primer trimestre de 2018

Tanto el refranero como ilustres personajes aportaron frases que persisten en el lenguaje coloquial. Aquello de: “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” o la adaptación de la célebre de Einstein: “Lo único infinito en el universo es la estupidez humana”, se usan con frecuencia sin que se almacenen en el hipocampo. Eso de ser animal —no racional ni político— y con alto grado de estupidez, nos sigue caracterizando sin que la evolución “haya hecho mucho” por cambiarlo.

Sentado lo anterior, hay que reconocer que los primeros meses del año han transcurrido igual que siempre. Políticos ineficientes o corruptos que campan a sus anchas sobre escenarios denominados Congreso o Ejecutivo y que en algunos crédulos suscitan, inverosímilmente, esperanza de que las cosas van a cambiar sin hacer nada al respecto. No se ve, por ejemplo, una ciudadanía activa contra la ley de antejuicio que protege a muchos villanos disfrazados de cargos públicos, no digamos la ausencia en el debate público de la rescisión del mandato presidencial, ni siquiera planteada como ejercicio teórico de discusión.

Algo así como si llega a un restaurante, pide la bebida y aunque no le gusta el lugar porque es lo contrario de lo que esperaba, le obligan a comerse la entrada, el primer plato y el postre, además de pagar la cuenta y la propina. Debe aguantar —quiera o no— hasta el final porque no le permiten levantarse antes. ¡Hete ahí nuestro sistema político! Vote, y aunque ciertos políticos fallen o la justicia encuentre indicios de delito para investigarlos, no podrá hacerlo —mucho menos sacarlos— y deberá soportar esa infame presencia el tiempo que dure su mandado o se protejan de otra forma ¿Entiende ahora lo de la infinita estupidez?

He dicho varias veces —y otras tantas he sido criticado— que este es uno de los países menos realistas que conozco, porque justamente el optimismo enfermizo lo hace ciego, sordo y medio mudo —aprovechando la canción— y no se vislumbra interés alguno por hacer valer que los ciudadanos, quienes mandan en política, debemos exigir que se aprueben normas legales que no sean tacuches para infames candidatos o autoridades electas.

Esta presidencia, que contaba con alguna probabilidad de representar un cambio, ha mostrado que los hilos los mueven otros, bien desde el palacio municipal, el narcotráfico, el crimen organizado o aquellos que usan el territorio nacional como plataforma para sus intereses espurios. ¡Nada distinto a otros tiempos!, aunque debería habernos despertado el interés sobre qué hacer para cambiar, antes de ser devorados, sin darnos cuenta, por nuestra permanente apatía.

La mala noticia es que el siguiente trimestre puede ser igual al de años pasados y no significar mucho más que el paso ineludible del tiempo, sin construir nada que sirva para mejorar indicadores de libertad, desarrollo, productividad, certeza jurídica, seguridad, decencia en el actuar político o ética en el comportamiento social. Es decir: seguiremos igual que siempre, pero con “la firme confianza de que un día alguien se levantará —no sé muy bien quién— y liberará esta tierra bendecida”, discurso que aglutina una importante parte del sentimiento nacional y que se traduce en la práctica por: “muchá, hagan algo para cambiar esto, que yo no estoy dispuesto a hacer nada”. De esa cuenta, unos aplauden a Cicig/MP por tener la masa testicular de la que carecen y otros la critican por hacerla notar en detrimento de sus sucios intereses.

Ahora toca llegar a fin de junio sin metas claras. ¡Vaya. pues. con el horizonte estratégico de largo plazo!

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ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.