ESCENARIO DE VIDA

¿Qué hacer con la gente corrupta?

¿Qué podemos decir de los políticos corruptos, maras, policías, ciudadanos desvergonzados, terroristas o delincuentes? ¿O de personas que de adrede destruyen la naturaleza, a la flora y fauna, y queman nuestros bosques? Cualquiera que cae en la tentación de ser deshonesto, malvado, o corrupto en cualquier forma no merece más que nuestra lástima porque también se dañan a sí mismos y a sus familias, pues todos estamos conectados. La corrupción en nuestro país está llegando a niveles exponenciales, y debemos analizar por qué está sucediendo esto.

Gente mafiosa de cualquier tipo tarde o temprano saboreará todo lo malo que ha cosechado. Sin embargo, si caemos en el odio hacia ellos, tampoco nos ayuda en nada y solo paramos saboteándonos nosotros mismos.

La corrupción de algunos políticos y servidores públicos, delincuentes, ladrones, o incluso asesinos viene del miedo en sus almas y corazones. Miedo a no ser exitosos, ricos, afortunados, y miedo a no poder conseguir hacer sus sueños realidad con sus propios esfuerzos. Miedo a no ser capaces de vivir una vida con dignidad. La violencia o la corrupción es simplemente una expresión de miedo.

Por todo esto, les contaré una historia. A finales de los años 80 yo estaba en una iglesia cuando entró un terrorista con mirada turbia que dijo que quería hablar conmigo y solo conmigo. Quería que yo le dijera quién era Dios. Yo estaba muy cómoda conversando después del servicio y no tenía ninguna intención de hablar con alguien perturbado. Sin embargo, este sujeto insistió en hablar conmigo y que le dijera quién era Dios o hacía volar la iglesia y a todos los que estábamos dentro, incluso mi bebé, que estaba en un carruaje. Yo sabía que no debía sentir miedo. Llevaba unas granadas, algún tipo de bomba y una ametralladora en unas bolsas, y dijo haber terminado de poner una bomba en un puente. Quería que le dijera si debía arrepentirse de sus acciones, y parecía depender de mí, convencerle de dejar de lado sus armas.

¡Qué gran pacaya la que caía sobre mis hombros! Lo primero que hizo fue amenazar con que nos haría volar en pedazos si llamábamos al ejército o a la policía. Traté de calmarlo y le dije que Dios le amaba y todos en esa iglesia también le amaban. Entonces pedí cerrar la puerta de la iglesia para su tranquilidad.

Procedí diciéndole que Dios era amor y vida, y que su amor nos rodeaba a todos sin distinción. Le dije que todos en esa iglesia estábamos allí para buscar a Dios, al igual que él. No dejé que el miedo me invadiera y esperé encontrar las palabras correctas. Luego pedí a otros en la iglesia que estaban cerca de mí para que me apoyaran. Nos sentamos con él y cada quien dijo lo que Dios significaba para cada uno. Bajó sus bolsas al suelo y se sentó. Al cerrar los ojos rezó con nosotros. y al abrirlos su mirada ya era otra. Pidió que le tuviéramos en nuestras oraciones y con una leve pero sincera sonrisa nos agradeció a todos y se fue. Los siguientes dos o tres domingos llegó y se sentó en la última butaca a humildemente escuchar el Sermón sin decirle una palabra a nadie.

¿Por qué esa transformación? ¿Qué hubiese pasado si yo hubiese sentido temor u odio hacia él? Le hubiese transmitido más temor y ese miedo pudo haber desencadenado terror y muerte. Seguramente los pensamientos puros y amorosos que tuvimos para con este hombre le ayudaron a verse de una forma nueva y esto produjo una especie de curación en él. Espero que esta anécdota nos deje alguna lección. Todos necesitamos de amor y no de odio, de comprensión y no de ataque, ya que solo así desenmascararemos el miedo. Me gustarían sus comentarios.

vidamordepaz@yahoo.com

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: