A CONTRALUZ

Queme su diablito

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Antes la quema del diablo no representaba el solo hecho de meterle fuego al montón de basura y ya. No eso era la parte final de todo un período que los patojos, ufff unos 50 años han pasado, preparábamos con muchas semanas de antelación. Quienes vivimos en barrios populares teníamos la suerte de que nuestras casas estaban rodeadas de barrancos que para nosotros eran minas de oro. Después de la época lluviosa, cuando crecía el monte muy alto, esperábamos a que el sol inclemente las dejara en calidad de hojarasca, para nosotros tenía otro nombre: chiribisco. Todas las tardes nos lanzábamos a la tarea de barranquear y escoger las partes que podían ser más consumibles para el fogarón. Nos tirábamos en el precipio en busca de nuestro tesoro y además nos servía de distracción, era la época en que jugar significaba hacer ejercicio, no como ahora que la mara se sienta, saca su celular para ver juegos digitales.

¿Peligro en el barranco? Nunca. Hoy arriesgarse a entrar a un barranco significa salir con vida de milagro. Yo viví en la zona 11 y la colonia 1º. de Julio y salíamos del barranco con nuestro preciado cargamento a las 8 de la noche. El chiribisco lo íbamos juntando en un solar donde antes jugábamos chamuscas, pero para esa fecha era sagrado para el chiribisco. Chavas y chavos le entrábamos con ganas, nada de que las mujeres no podían; eran más buzas. Cada día íbamos midiendo cuánta basura silvestre habíamos acumulado y siempre hacía falta más porque los cuates de la cuadra de arriba llevaban más y no nos íbamos a dejar derrotar. No había mayor entretención. Qué la tele, ¿cuál tele? Si solo estaban los canales el 3, el 7 y el 13, con puros desechos de programación. La franja infantil comenzaba a las 17 y terminaba a las 19 horas, lo demás puras telenovelas mexicanas y luego licas del tiempo de Tatalapo.

Esta actividad era sana y regresábamos sudorosos, exhaustos y satisfechos porque teníamos una mina de oro. No hay certeza de cuando comenzó esta tradición. Se estima que la quema del diablo se originó por el siglo XVI como un anuncio de la venida de la Navidad, un día antes de la celebración de la Inmaculada Concepción. En apariencia se entendía que era una lucha entre el bien y el mal. Según Celso Lara, el fuego simboliza la luz de la Virgen y su victoria sobre el demonio. Para 1776 las fogatas iluminaban el paso nocturno de la virgen porque no había luz eléctrica. En mis adentros me decía que todo era paja. ¿Cuál victoria si cada 7 de diciembre ni se peleaban?, puro rollo mágico, como es la religión. Si era una batalla, era desigual porque el colocho rojo no tenía forma de defenderse, pero así son las religiones de injustas. Con mente de chavo, pensaba que lo bueno hubiera sido una pelea a dos de tres caídas entre el cachudo y la virgen, a ver quién ganaba, en buen lid. Con el tiempo uno se da cuenta que el cachudo, pese a haber sido chamuscado miles de veces, va ganando la pelea, sino que lo digan los muchachones de La Línea.

Hoy el tiempo ha pasado y ha dejado su cauda de cansancio por los años pasados. Los chavos ya no se interesan por juntar chiribisco. ¿Qué es eso?, preguntan. ¡Qué asco, eso es muy sucio! le dicen a uno ahora. Además, se necesita amor a las tradiciones y hacer ejercicio y ahí los chavos no se apuntan. Buscan en el celular si hay alguna aplicación para hacerlo vía digital. Por eso amigo y amiga, si usted ama las tradiciones de su país, cómprese un diablito de papel, de esos que venden en la calle. Celebremos aunque sea de esta forma una tradición que no debe morir. Hagamos ceniza al cachudo un año más.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.

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