EDITORIAL

Sancarlistas van por dignificación

Desde hace tres años existe en la Universidad de San Carlos (Usac) una aberración conocida como Comisión Transitoria, que supuestamente se creó para sustituir en forma provisional a quienes deben dirigir desde cargos designados por elección los destinos de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU).

Esta fue una agrupación de gran trayectoria y peso político durante décadas, pero vino a menos, debido a la intromisión de oscuros intereses, en un período nefasto que bloqueó los legítimos liderazgos estudiantiles al punto de que se hicieron inviables las elecciones de integrantes, lo cual degeneró en una directiva temporal que solo ha extendido la cooptación.

La semana pasada, miembros de asociaciones estudiantiles de diversas unidades académicas, electas democráticamente, emitieron un comunicado para desconocer a la Comisión Transitoria, a cuyos integrantes exigen abandonar los cargos que usurpan y normalizar el funcionamiento de la AEU, a fin de poder celebrar elecciones transparentes y de esa forma recuperar el protagonismo de esa asociación.

Loable resulta el esfuerzo de jóvenes sancarlistas que buscan expulsar, con argumentos éticos y legales, a quienes se han enquistado en esos cargos, haciéndose pasar por estudiantes, cuando en realidad son repitentes crónicos que solo se inscriben y no estudian, en un modo de vida cuestionable que atenta contra los legítimos intereses del Alma Máter.

De hecho, ese mezquino apego a los cargos de la AEU tiene que ver con los recursos económicos que recibe de la asignación correspondiente a la Usac, proveniente de los impuestos, pero también con la cuota de poder que representa a lo interno de esa casa de estudios el tener voz y voto en importantes procesos de administración, evaluación y decisión, los que han sido vistos como un jugoso botín por políticos y por ciertas decanaturas que han pervertido el tráfico de favores.

El proceder de estos tan cuestionables representantes del estudiantado sancarlista es también reflejo de mucho de lo que ocurre en esa casa de estudios, con votos en tantos procesos públicos de designación, lo cual ha llevado a la instrumentalización de este criterio por los partidos políticos, autoridades académicas y poderes fácticos.

Los estudiantes universitarios han comenzado a generar una participación crucial en el rechazo a los abusos de poder. Por eso muchos sancarlistas participaron activamente en los movimientos ciudadanos del 2015, lo cual resultó como una evocación de la postura valiente, definida y consecuente mantenida por numerosos dirigentes de la AEU en las largas décadas del conflicto armado, al punto de que algunos de sus más insignes representantes pagaron con su vida sus posiciones universitarias e ideológicas.

Por ello la lucha de las nuevas dirigencias es tan importante. Es el momento de desechar la corrupción, la opacidad y expulsar a las viejas figuras que han cooptado a la AEU por 16 años. Cualquier interferencia en este proceso no solo será notoria, sino deleznable y, por ende, digna de rechazo nacional.

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