La vida es un cúmulo de obsequios a los ojos del que aprecia los momentos gratos de la vida. Atesora el observador las vivencias cuando las evoca con regocijo valorando cada momento con nostalgia. Ayer que partió nuestro querido amigo y colega Humberto Preti, se me iluminan los recuerdos rememorando incontables experiencias convividas a lo largo de muchos años.

El último viaje que hicimos juntos a Barillas, Huehuetenango, para visitar unos proyectos de Fundación Agros —de cuya Junta Directiva Humberto fue miembro por más de dos décadas—, me dijo: “Vos, Tutún, —así nos apodábamos mutuamente desde hacía muchos años—, ya no aguanto el cuello con esta brincadera… ¿Cómo es posible que sigamos pasando por estos mismos caminos desde hace más de ocho años y continúen todavía en la construcción?”. Y a continuación se enfrascó en una larga perorata sobre la incidencia que tiene la infraestructura vial para el desarrollo económico del país. “Lo que le cuesta a esta gente transportar su mercadería”, decía, enojado. “El precio de los insumos para producir cardamomo, café etc. El coste de vida. Todo está ligado. ¡Es una barbaridad lo que hacen con nuestros impuestos!”. Se expresaba con una pasión contagiante, mientras el vehículo en el que viajábamos, tronando como hojalata vieja, ahogaba nuestras voces.

Irónico que fueran estas largas travesías a paso lento durante muchas horas lo que nos permitió conocerlo más a fondo. Humberto era un contador de historias innato. Su poder anecdótico era estimulante y las cansadas travesías se hacían cortas mientras relataba las peripecias políticas que enfrentó cuando había sido presidente del Cacif en momentos álgidos de la guerra fría; o las conversaciones con la guerrilla en Oslo y México; o las negociaciones en la Comisión de Paz. Conoció a los jefes de la guerrilla personalmente y de cada uno tenía un retrato psicológico que incorporaba a sus relatos.

Humberto fue también representante del sector empresarial ante la Organización Mundial del Trabajo (OIT) en Ginebra. “Hay sindicalistas honestos pero lamento decir que en Guatemala abundan los que no toman en cuenta al país, a las empresas y a los mismos trabajadores”, comentó en una ocasión al compartirnos un relato pormenorizado de los conflictos sindicales que llevaron al cierre de las empresas Coca Cola y Cavisa, la industria de vidrio. “Se perdieron valiosas inversiones y fuentes de empleo para cientos de familias por posiciones y demandas intransigentes de los lideres”, expresó Humberto.

Después de Ríos Montt iniciamos Fundación Agros y Humberto se unió a la Junta Directiva, y nunca la dejó. La situación en la región ixil era dramática. Los campesinos ixiles vivían dispersos y sobrevivían del monocultivo. Las agroaldeas permitían integrarlos con infraestructura básica, agua, viviendas, escuela y esquemas de producción y comercialización intensas dentro de un contexto de organización comunal. Dos generaciones después, hay graduados universitarios, agro-exportaciones a mercados importantes y se cuenta con el centro caprino más grande de Centroamérica.

Fue columnista de Prensa Libre durante 18 años. Cuando fue acusado penalmente por escribir en contra de líderes contestatarios por impedir la libre locomoción, promover la invasión de fincas y cometer actos violentos contra empresas mineras e hidroeléctricas, Humberto, junto a un grupo de colegas y amigos con los mismos ideales, decidimos fundar la Asociación República, para contrarrestar la difusión de ideas y políticas contrarias al ejercicio de la libertad y al sistema democrático y republicano.

Humberto era un hombre admirado, apreciado y amado. Su entierro, el lunes pasado, fue apoteósico y tan concurrido que el tráfico y el estacionamiento de Capillas Señoriales colapsó. Un hombre con tantos amigos retrata su valía. Puro faro anclado a una roca irradiando luz.

Hasta luego, Tutún, y por allá nos vemos, si Dios quiere.

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