SI ME PERMITE

Ser productivo es mucho más que estar ocupado

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“Todas las cosas serán producidas en calidad y cantidad, cuando cada hombre trabaje de acuerdo con sus dones y en momento adecuado”.
 Platón.
 

Cuando esperamos que alguien sea productivo no se puede juzgar simplemente por lo que se ve, lo que nuestra vista percibe normalmente es la ocupación y la podemos describir e informar de lo que vimos que estaba haciendo la persona. El tiempo prueba si lo que vimos con nuestros ojos terminó siendo productivo o si simplemente se estuvo ocupado en tiempo y espacio.

Recuerdo que de niño mi padre hacia un comentario irónico con algunos amigos cuando había que trabajar. El dicho se traduciría así: “Deja la máquina trabajar para que a los demás no nos acusen de que no estamos trabajando”. Puede que mucha gente con sus actos esté haciendo realidad este dicho.

Se dice que una vez dos damas estaban haciendo un tejido igual y una de ellas era toda una convulsión de movimientos y aceleración, cuando la otra estaba de lo más sereno, conversando y tejiendo también.

La última ya término la prenda cuando la primera todavía estaba lejos de alcanzarla. No es el movimiento y el alboroto que se deja ver en el trabajo, sino lo que esté produciendo.

Por lo mismo, si uno es criticado por lo que hace y el cómo lo hace, y con llamadas de atención de que se tiene que apurar, lo mejor es no molestarse si se sabe lo que se está haciendo y que es mucho mejor esperar el final para que el producto terminado pueda hablar por sí solo del trabajo que hemos hecho.

Las sugerencias y la supervisión son favorables, pero en ningún momento se deben ver como amenazantes al punto de que nos estén paralizando en lo que estamos produciendo.

Lo anterior es evidente incluso con los que están estudiando. Muchos alumnos hacen en un instante las tareas o terminan de leer un libro, y uno puede juzgar que no han hecho la tarea o no han leído lo suficiente, comparado con otros que por horas están ocupados en lo que hacen. Pero cuando hay que presentar el trabajo o bien hay que hacer una presentación, se marca la diferencia de la calidad y trabajo que se hizo y poco tiene que ver el tiempo que se dedicó en hacerlo. Difícilmente un maestro calificará un trabajo por el tiempo invertido, sino por la calidad y excelencia del mismo.

En nuestro medio es común que a la gente se le pague por su productividad y no tanto por las horas que está trabajando. Esto no es algo casual. Para ser productivo debe uno conocer sus destrezas y fortalezas. En los casos que se le pide algo que no es de su área de la especialidad que tiene debería tener la oportunidad de hacer la debida aclaración, que con gusto lo hará pero que le tomará más tiempo porque no es su especialidad.

La idea no es de evadir, sino de evaluar el trabajo que se debe hacer.

Hay que aceptar la realidad de nuestro medio, que tiene muchas personas muy calificadas pero que no están ocupadas en su especialidad, sino en lo que pueden encontrar para poder suplir sus necesidades económicas, y por ello pueden también ser mal evaluadas.

Lo ideal sería que cada uno de nosotros pueda ocuparse en lo que es más calificado para ser correctamente productivo en lo que hace.

La realidad de la productividad debe nacer primero en uno y luego los que me ocupan valorar las destrezas para que lleguemos a la máxima productividad en lo que hacemos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.