EDITORIAL

Siguen acciones contraproducentes

La precipitación es la causa fundamental de resultados contraproducentes, sobre todo cuando está unida a la carencia de análisis de las consecuencias de las acciones derivadas de consejos o iniciativas poco calificadas. Constituyen un claro ejemplo los mensajes enviados por altos funcionarios públicos para manifestar apoyo al presidente Jimmy Morales debido a las investigaciones realizadas por el Ministerio Público y la CICIG al hijo y el hermano del mandatario.

La interpretación más evidente en la ciudadanía señala a esos mensajes como producto de una presión directa o indirecta, imposible de realizar sin el conocimiento del presidente Morales, pero también como un intento de los firmantes para congraciarse con él, llenarlo de lisonjas y usar además autobombos fuera de lugar. La lógica ciudadana considera impensable algo distinto a un apoyo, porque su llegada fue una decisión presidencial.

El mandatario Morales hizo lo correcto al respecto del caso de sus familiares. Ello le permitió recuperar terreno, pero a la vez lo dejó en espera del resultado de las investigaciones, que podrían resultar en condenas y también en una posible participación suya directa o indirecta en decisiones y hechos cuestionables cuando fue candidato a alcalde de Mixco, así como la época en que fue candidato a la presidencia.

El punto destacable es simple: el presidente Morales no necesitaba apoyos porque su acción es correcta y sin precedentes. Ahora, lo debilita la oficiosa y precipitada defensa aduladora de los colaboradores cercanos. Ese grupo sufrirá una innecesaria división: quienes acertadamente entendieron que no deben pronunciarse, serán considerados poco solidarios o traidores, debido a la absurda lógica imperante entre los encargados de decidir cómo reaccionar ante las constantes e inesperadas sorpresas de la vida política.

En el gabinete hay personas que aceptaron porque deseaban servir al país aun a riesgo de su prestigio personal. Se trata de gente que no se mantendrá a cualquier costo en el puesto y precisamente por ello situaciones como este apoyo al presidente —con mucho olor a sorna— puede cansarlos y terminar de convencerlos para salir del barco gubernativo. El problema consiste en que la precaria posición presidencial se debilitaría aún más, por lo que en este momento ya hay algunos analistas señalando la necesidad de crear apoyos multisectoriales para que este gobierno pueda terminar en el plazo convenido.

Pero este apoyo requiere de acciones concretas y a aceptar que la realidad evidencia que el presidente está obligado a tomar otras decisiones duras: sacar a quienes por cualquier motivo y a cualquier nivel lo han orillado al desprestigio, o demuestran ser nuevos engendros de la nefasta política tradicional en el país. Debe poner en orden al vicepresidente, hoy también en la mira ciudadana y sujeto de potenciales investigaciones. Todo esto necesita de agallas, pero sobre todo de convencimiento de pasar a la historia. Si no actúa así, cada vez estará más atrapado. No se puede olvidar que en política, el pasado olvidado cobra vida en cualquier instante y destruye a sus actores, en momentos en que en el país hay un ambiente de exigencia a la corrección.

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