DE MIS NOTAS

Somos uno ¿o no?

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Nuestra bandera ondea en el viento de sus colores multiculturales, porque indígenas, ladinos, canches, morenos, altos o bajos, somos.

Tenemos tanto en común. Los chapines celebramos con los mismos cohetes, tamales y nos unen los frijoles, las tortillas y los azules de nuestros cielos. Somos chapines. Somos una nación, un país, una nacionalidad con nuestras diferencias particulares como miembros de una familia llamada la “guatemalidad”. Una familia donde todos los miembros somos individuos diferentes. Pero familia al final.

Todos creemos en la guatemalidad, porque no negamos las bellezas de nuestras individualidades: Veintitrés etnias diluidas entre los siglos de una historia milenaria, ubicándonos en un “ahora” impertinente para hablar de algo más de lo que realmente somos: un país llamado Guatemala.

Tenemos una Constitución que nos protege a todos. No solo a unos. A todos. ¿Será constitucional que algunos merezcamos un tratamiento especial? No, porque todos somos iguales ante la ley. La Constitución dice en el artículo 4: “Libertad e igualdad: En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos”.

No nos conviene ahondar en las diferencias creando privilegios especiales para un grupo a expensas de otros miembros de la ciudadanía chapina. Ya hay protección constitucional para “todos los que conformamos grupos étnicos: artículo 66. Protección a grupos étnicos: “Guatemala está formada por diversos grupos étnicos (el énfasis es mío), entre los que figuran los grupos indígenas de ascendencia maya. El Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones, formas de organización social, el uso del traje indígena en hombres y mujeres, idiomas y dialectos”.

Recordemos que “un grupo étnico es una comunidad determinada por la existencia de ancestros y una historia en común. Se distingue y reconoce por tradiciones y rituales compartidos, instituciones sociales consolidadas y rasgos culturales como la lengua, la gastronomía, la música, la danza y la espiritualidad entre otros elementos”. Los ladinos o mestizos “somos una etnia”, protegida en su derecho a la identidad . “Artículo 58: Se reconoce el derecho de las personas y de las comunidades a su identidad cultural de acuerdo a sus valores, su lengua y sus costumbres”.

Por ende, a la hora de aplicar una justicia especial para una etnia, la determinación de la misma no es viable, ya que por el mestizaje de siglos y la mezcla de ADN autóctono con el europeo no es posible establecer de qué etnia es. Peor aún, si ya tenemos problemas con la aplicación de un solo idioma, el desafío de introducir 23 lenguas en el proceso judicial es un imposible.

Si nuestra Carta Magna dice: “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia, y su fin supremo es la realización del bien común”. Entonces, los esfuerzos que se están llevando a cabo para otorgarle a ciertos grupos étnicos una pluralidad de jurisdicciones vía un derecho étnico es una violación constitucional que no abona hacia el bien común, sino al particular.

El artículo 12 constitucional garantiza el derecho de poder ser citado, oído y vencido en proceso legal ante juez o tribunal competente y preestablecido. Este es el principio universal del debido proceso. En las costumbres indígenas no existe tal garantía, la mayoría son violatorias de este derecho de defensa universal. ¿Qué derecho se aplicaría cuando surjan problemas entre ciudadanos de dos etnias diferentes?

Si realmente queremos ayudar al sistema de justicia en Guatemala, fortalezcamos el presupuesto y la administración del Organismo Judicial. Demosle mucho énfasis a la ley de la Carrera Judicial, pues solo jueces probos y éticos, con experiencia y educación, dentro de un sistema meritocrático, podrán impartir justicia.

¿Somos una sola Guatemala o no? Regresemos a la bandera multicultural que ondea en una asta democrática dentro de un sistema republicano.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.

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