MIRADOR

Trump o la incertidumbre

La toma de posesión del electo presidente norteamericano preocupa a muchos por diferentes motivos. Los estadounidenses no tienen claro qué ocurrirá a partir del próximo 20; los emigrantes establecidos en USA, y aquellos que pretenden llegar, temen ser deportados y esperan un endurecimiento de las condiciones de residencia; los extranjeros, especialmente europeos, algunos asiáticos, habitantes de ciertos países árabes, cubanos y mexicanos, prevén acciones contundentes en política exterior; y los amarrados a ideologías de izquierda, simpatizantes de demócratas y vividores de cooperación internacional sospechan que desaparecerá o se reducirá aquella, lo que afectará su modus vivendi y el ruido que hacen.

No lo catalogo como empresario, pero sí como emprendedor aprovechado de ventajas como las que ahora critica y alguien que entiende perfectamente el lobby, las influencias, los amigos y los medios. Quizá por eso, en su reality show televisivo, se presentó como duro y antipático ejecutivo y manejó a su antojo de viejo verde los concursos de miss universo, entre otros méritos curriculares. En este caso, hay que recordar la máxima orteguiana de “yo y mis circunstancias”. ¡Todo un Frankenstein del espectáculo!

Lo que parece tener claro es que sin esfuerzo no hay beneficio. Heredó una fortuna pero quebró y logró, aun con ventajas, recuperarse, y no está dispuesto a que impuestos, ocurrencias gubernamentales, dizque programas sociales, cooperación internacional, pago de seguridad y otras politiquerías sigan a cargo del contribuyente. Ya cuestionó —con razón— la contribución USA a la seguridad mundial y el papel poco displicente y menos financiado de los europeos en relación con gastos de defensa y seguridad, mayormente a expensas norteamericana. Tampoco parece dispuesto a que emigrantes irregulares o minorías mimadas sean receptores de ventajas adquiridas con esfuerzo por trabajadores norteamericanos —muchos igualmente emigrantes— ni que el gobierno chino siga produciendo a bajo precio e irrumpiendo en el mercado del norte mientras las condiciones de trabajo y de libertad impiden la competencia.

Trump es un nacionalista con dosis populista, y sin ser santo de mi devoción, no quita que tenga razón en determinadas cuestiones. Entiendo que no está contra los emigrantes, sino contra quienes no sudan la camiseta a diario pero desean obtener ventajas de prestaciones sociales sin asumir responsabilidades, algo muy común por estos barrios. Tampoco que General Motors, a quien ahora confronta, se vaya a fabricar a México con los 17,400 millones de dólares que recibió en 2008 para que saliera de una crisis que pagó el contribuyente. Mucho menos que después de poner millones y demasiados muertos en Oriente Medio, sea Putín quien gane la partida a Obama en relaciones exteriores o que la crisis se haya agravado con ISIS. Tampoco que la UE fomente una economía cerrada pero USA cargue con importantes gastos de la Otán y menos que China o ciertos países árabes se sienten a la par en la ONU sin asumir los costos y ser regímenes autoritarios que generan en sus países una dinámica social, política y económica muy diferente a la libertad norteamericana. Trump, en definitiva, está harto de que USA pague los platos rotos en un mundo que no quiere asumir responsabilidades y las deriva “al imperio”.

No creo que las medidas que tome afecten directamente a Guatemala, aunque indirectamente incidirán en el medio plazo, tiempo que necesitará para hacer algo de lo que prometió, contando que se lo permitan la mayoría republicana desde la Cámara de Representantes o el Senado.

Sin miedo, quedamos a la espera.

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ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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