EDITORIAL

Un compromiso con el ambiente

En la contaminación de la mayoría de los afluentes de agua tienen una enorme responsabilidad las autoridades, principalmente las locales que han visto en el cuidado del ambiente una tarea secundaria, que ha sido relegada por lo ornamental, aunque al final el efecto nocivo de esa indiferencia la pagan hasta los pocos que nada tienen que ver.

Hay que reconocer que no son los únicos responsables por ese deterioro, pues el origen de ese descuido está en la población, que utiliza las calles y los ríos como botaderos de basura, pues las toneladas de desperdicios llegan finalmente al mar, donde se observan cuadros inconcebibles que sin duda retratan a los habitantes de un país.

Eso no puede continuar así y se hace impostergable un profundo examen de conciencia para reconocer la responsabilidad que cada quien tiene en ese ataque atroz contra el ambiente y de hecho un solo cambio de actitud podría desencadenar una transformación de muchos parajes y riberas y a lo mejor hasta el rescate de algunos santuarios naturales.

Con solo poner la basura en su lugar en vez de tirarla en las calles podría verse un cambio en la mayoría de reservorios hoy agonizantes. Muchas personas utilizan las vías públicas para tirar sus desechos y eso al final cuando llega el invierno es materia de fácil transportación que llega a los ríos y al final a los océanos.

En esa tarea deben contribuir las autoridades ediles impulsando campañas de ornato y de exigencia para combatir esa irresponsabilidad, una conducta que hasta ahora ni siquiera es capaz de ruborizar a quienes cargan las bolsas de basura dentro de sus vehículos para dejarlas tiradas a la menor oportunidad, acciones repudiables que transcurren en absoluta impunidad.

Los alcaldes por su parte han sido ya emplazados por el Ministerio de Ambiente para la instalación de plantas de tratamiento de aguas servidas en sus localidades, algo sobre lo que se debe ser implacable para contrarrestar la creciente contaminación que la actividad humana produce.

Pero también se debe trabajar con mayor seriedad en la construcción de modernos vertederos para el tratamiento de la basura, pues tampoco se puede continuar indiferente ante el ritmo del crecimiento de la población que consecuentemente produce más desechos y nunca habrá espacio suficiente para almacenarla.

El cuidado de nuestro entorno debe ser una preocupación creciente de todos, empezando por las autoridades que deben hacer de la ecología una materia fundamental en sus planes de trabajo, pero también de exigencia con la comunidad para empezar a frenar el virtual envenenamiento de los caudales.

El impacto de la indiferencia y la irresponsabilidad sobre nuestra conducta con el entorno está sobrediagnosticado y lo único que queda es redoblar esfuerzos en la exigencia para revertir esa tendencia, lo cual empieza con un cambio de actitud, con cambios sencillos para los vecinos, pero también para las autoridades que deberían ser juzgadas y evaluadas por los resultados que obtengan en la creación de mejores condiciones en favor del ambiente y de la vida.

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