EDITORIAL

Un flagelo que rebasa a políticos

El director general de Educación Física, José Escobar Solórzano, fue capturado ayer junto a Jayron David Chamalé González, sindicados de venta de plazas en esa institución. Ese arresto podría pasar inadvertido, si no fuera porque se trata de alguien que apareció en una foto en segunda fila cuando el presidente Jimmy Morales y el vicepresidente Jafeth Cabrera ofrecieron una conferencia de prensa cuando se les declaró ganadores de la segunda vuelta electoral.

Los señalamientos de abuso de autoridad que le hace la Fiscalía contra la Corrupción es una de las imputaciones más comunes contra funcionarios públicos.

La acusación contra Escobar Solórzano señala la supuesta venta de plazas para agentes de seguridad de la Digef, algo también muy común en el gobierno anterior, pero que por lo visto continúa campante.

Lo cierto es que la mencionada foto, de hace poco más de un año, trae a la memoria cómo quienes aspiran a mantener privilegios saben ubicarse en las posiciones de influencia o muy cerca de los equipos de Gobierno y de sus principales figuras.

De seguro, el vocero de Jimmy Morales desmentirá una vinculación cercana con ese personaje, pero es un hecho que este gobierno no ha tenido la menor preocupación por mantener las apariencias y, por ello, con demasiada frecuencia aparecen cercanos colaboradores sospechosos de ilícitos, y de hecho esta es la primera captura por corrupción en esta administración.

Hasta el mismo hermano y el hijo del presidente resultaron involucrados en la venta sospechosa de mercaderías y servicios. De igual manera, el hijo del vicepresidente también ha sido mencionado por supuestamente haber recibido un aporte millonario para la campaña del oficialista partido FCN-Nación.

De todo esto no ha sido ajeno el vicepresidente Cabrera, quien también ha sido acusado de haber cambiado en forma vertiginosa a un nivel de vida de notoria ostentación. Lo peor es que hasta ahora solo han buscado desvirtuar esas versiones sin argumentos convincentes, que resultan muy difíciles de creer, como el precio que él aduce que paga por el alquiler de una muy lujosa vivienda en uno de los sectores más exclusivos de la capital.

Esos incidentes, junto al ocurrido ayer, provocan temor sobre los verdaderos alcances de la corrupción y la conciencia con que las autoridades puedan manejar estas situaciones. Siempre las “roscas” gubernamentales se encargan de convencer a los funcionarios de que no pasa nada, que son exageraciones de medios malintencionados, mientras el flagelo continúa carcomiendo las entrañas de la administración pública.

Apenas se acaba de cumplir un año desde que el actual binomio se alzó con la victoria en las urnas; pero ese triunfo, que sonó a cambio, cada vez puede ser visto como una promesa y una esperanza que ya está sepultada. Muchos ven con preocupación que la vieja política continúa imponiendo condiciones. Esto también se ratifica al observarse lo hecho hasta ahora por quienes integran la variopinta y multitransfuguista bancada oficialista en el Congreso de la República.

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