SIN FRONTERAS

Una presidencia en contra de la Nación

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Es un desatino, esto de decidir trasladar —en este momento y de esta manera— nuestra embajada a Jerusalén. Una ocurrencia mal concebida, inoportuna e imprudente, al consenso de los expertos. Y a esto, agrego que cualquier esfuerzo por justificarlo, aduciendo que brindará mejores tratos de Washington para nuestros connacionales, es simplemente un embuste. No se me malentienda. Lindo sería que nuestra diplomacia se esforzara por quitarles la bota de encima a los migrantes. Pero una realidad es que Guatemala no ha dado muestra de impulsar un solo acuerdo político en su favor. Ellos, más bien, son utilizados ocasionalmente como un pretexto de perversos, que buscan a toda costa girar la agenda de EE. UU. en el país. Ya en otra ocasión, aquellos diputados a quienes llamaron idiotas pretendieron usar el mismo timo, cuando intentaron justificar la contratación de cabilderos en Indiana.

Otra realidad es que el gobierno de Trump ha puesto en marcha, como una locomotora, su agenda nacionalista. Y en lo de Israel, ¿quién podría creer que un apoyo diplomático tan modesto —como el de Guatemala— podría menguar sus visiones domésticas antimigratorias, que tanto han sido aplaudidas por su base electoral? En verdad, el esquema guatemalteco parece muy vulgar, muy burdo: sobar levas en la Casa Blanca y adornarlo con religiosidades, para ver quiénes caen de ingenuos. El gobierno guatemalteco y sus allegados han insinuado una ponderación entre las remesas familiares y la eventual pérdida de divisas por la exportación de cardamomo. Pero aparte de absurdo —pues su propósito debiera ser ampliar mercados internacionales, y no perderlos—, es también inconcluso, pues no se explica qué ventajas precisas buscarían a cambio. No lo explican, ya que no persiguen ventajas honrosas que puedan decirse abiertamente. Y aunque las buscaran —digamos, mejoras migratorias—, su esfuerzo tendría que ser excelso, dado el camino emprendido por EE. UU.

Respecto de la migración hay dos visiones: quienes la conciben como un asunto de seguridad (visión restrictiva) y quienes la ven como un derecho inherente a las personas y las familias. En el contexto actual, estos últimos buscan dos escenarios precisos: el tránsito internacional libre y seguro, y mejores condiciones en los países de tránsito y destino. Sin embargo, en ambos casos, sólida, la balanza pesa del lado de la restricción. Desde hace años, EE. UU. entiende que cualquier merced humanitaria para los migrantes —por ejemplo, reunificar a menores capturados en la frontera con sus familiares—, genera mayores flujos humanos, como aquel infame repunte, en 2014. Por ello, desde entonces, todo mensaje se tornó restrictivo y la seguridad policial creció brutalmente. Y en lo interno, también se gira hacia un sistema cerrado. Solo este año, aparte de sus medidas de seguridad local, EE. UU. inició el fin del TPS para países que lo gozaban, se retiró de acuerdos internacionales protectores de migrantes y canceló fríamente el conocido Daca, sin importar la humanidad de jóvenes que sueñan con vivir ahí.

Este desatino diplomático nada tiene que ver con migrantes. Es una temeridad de la Presidencia, que actúa en contra de los intereses de la Nación. Sin necesidad alguna nos aísla, arriesga la seguridad pública y la economía de los exportadores. ¿Y para qué? Para fines ocultos de Jimmy y sus allegados. Él, desatendiendo su rol laico, busca respaldos entre cristianos sionistas, quienes, si fueran más perspicaces, le exigirían dar marcha atrás en este absurdo. No se dan cuenta de que, más que ayudar a Israel, el solitario apoyo de Guatemala ridiculiza el empeño de Jerusalén. Piensen, es un chiste global que la única cancillería que siguió a Trump en esto sea la de Jimmy; alguien que, encima, no es conocido precisamente por tener un historial de estadista.

@pepsol

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.