PERSISTENCIA

Origen de la metafísica

Margarita Carrera

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A partir de Platón, hasta llegar a Kant, la filosofía tradicional occidental gira alrededor de la metafísica. Esto es, pone todo énfasis en el mundo del más allá de la “physis”, en un marginamiento inaudito de este mundo o mundo de la “physis”.

La filosofía griega, antes de Sócrates y Platón, no había entablado el insólito conflicto entre “physis”. No concebía aún la teoría de los dos mundos, opuestos y rivales: el mundo del más acá: “physis”, y el mundo del más allá: “meta-physis”.

A medida que el griego se va volviendo más civilizado, o lo que es lo mismo, más racional, la represión sexual y sensual se recrudece, es así como el “Eros” de Homero, que es todo sensualidad y motivo fundante de destrucción (en La Ilíada, a causa del amor carnal entre Paris y Helena), se transforma en Platón en “un gran demonio… puesto que todo lo demoníaco está entre lo divino y lo mortal” (Banquete). Esto es, se transforma en un ser especialísimo (“diamon”, en griego) que participa de lo divino (por lo tanto inmortal) y de lo humano (por lo tanto mortal).

En otras palabras, ya no pertenece únicamente al mundo de la “physis”, sino pertenece, asimismo, al mundo de la “meta-physis”. Es carnal y espiritual al mismo tiempo.

Con todo, la última misión de “Eros”, la más sublime, no será el gozo carnal, sino el “engendramiento y procreación en lo bello”.

El instinto sexual o “Eros” se ve, a partir de Sócrates y Platón, desvanecido en su fin natural: gozo y engendramiento carnal, tomando el camino de represión que lo sublima: “engendramiento y procreación de lo bello”, que relega al instinto a un plano inferior.

Según mi opinión de acuerdo con lo expuesto, la teoría de los dos mundos surge, en la filosofía griega, en el momento en que avanza la civilización y el poder de la razón, y se inicia, de manera paulatina, la represión sexual.

A partir de entonces, este mundo, esta naturaleza, esta “physis”, se constituye, por la represión, en una sombra y deja de poseer verdad y realidad. Necesario es, pues, sublimar lo reprimido, crear un mundo más allá de la carne, más allá de los horrores y bellezas de la “physis”, desaparezcan.

Como consecuencia, surge el “otro mundo”, el mundo de las “Ideas”, el mundo metafísico, y la metafísica como centro fundamental de la filosofía.

Ahora bien, como notamos, la metafísica si bien ha surgido de la represión de la “physis” relegada, transformándose simplemente en una “physis sublimada”.

Porque, sin duda alguna, está dentro de la “physis” o naturaleza humana no solo el instinto o sinrazón, sino la razón misma y, junto con ella, todos los mundos ideales, lógicos o absurdos.

Como producto de la mente humana (que es “physis”) surge la “meta-physis”, que recoge las elementales necesidades físicas del humano, llevándolas a un plano intelectual de sublimación. Pero este plano intelectual no es nada ajeno, ni mucho menos opuesto a la “physis”, sino simplemente, una de sus consecuencias “naturales”.

La “physis” del humano comprende tanto lo sensual o sexual, como lo intelectual o racional.

Decir, entonces, que hay dos mundos: uno sensual (o de la “physis”) y otro intelectual (o de la “meta-physis”) es no comprender la profunda unidad inseparable, existente entre “soma” (cuerpo) y “psiqué” (alma o intelecto).

De hecho, hay un solo mundo: el de la “physis”, que encierra dentro de sí todas las capacidades y necesidades propias de la naturaleza animal del humano, quien a causa de la represión civilizadora ha de sublimar dichas capacidades y necesidades materiales, transformándolas en bienes espirituales.

La metafísica es, pues, una hija de la “physis” del hombre; pero una hija de especialísima importancia.

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