Q’A NO’JB’AL

Otto Macz

Kajkoj Máximo Ba Tiul

|

Con razón los sobrevivientes de la Comunidad de Chicoyogüito, al conmemorar otro año más del brutal desalojo de sus tierras, que sufrieron de manos del Estado guatemalteco, solo para construir la que en su momento se llamó Zona Militar José Antonio de Irisarri, posteriormente No. 21, consideraron a esta zona militar como una de las más sanguinarias y salvajes de la historia reciente de Guatemala.

Y ahora no hay duda de esta brutalidad y del nivel de salvajismo con la que actuó el Estado. Prueba de eso es el aparecimiento de 533 osamentas exhumadas y que corresponden a pensadores, ideólogos, líderes, dirigentes, soñadores, colaboradores, promotores, catequistas, en su mayoría hombres y mujeres, indígenas y ladinos de todo el departamento. Quienes fueron víctimas inocentes de un Estado criminal que los persiguió solo por pensar diferente y ser diferentes.

Uno de esos líderes es Otto Macz Pacay, a quien recordamos como una persona comprometida con los pueblos Q’eqchi’, Poqomchi y Ladino. A quienes apoyaba desde su condición de indígena, de agrónomo y de asesor cooperativista. A quienes animaba a mejorar sus cultivos de café, maíz, frijol y miel de abeja, para beneficiar a sus familias y a comunidades.

Recordamos a Otto como un impulsor de la economía y la agricultura indígena y campesina. Desde su oficina agrícola, en el Edificio Q’eqchi’, de Cobán, así como en sus labores de asesor de cooperativas, no descansaba en orientar a las comunidades y pueblos. Su trabajo en Fedecocagua, Coosancris, Cooperativa Agrícola Aquil, Cooperativas Agrícolas a la orilla del río La Pasión, y muchos más lugares que vieron pasar a Otto, orientando a las comunidades, para que mejoraran su condición económica y así aportar para que salieran de la pobreza y de la extrema pobreza. Siendo coordinador del movimiento maya Qab’raq’an, apoya a los damnificados del terremoto de 1976 en Comalapa y Tecpán.

Como dice una de las personas que lo conocieron profundamente, Otto fue también un incansable buscador y forjador de la identidad indígena Q’eqchi’. Promovió la recuperación de la espiritualidad y el espíritu maya. Estaba convencido de que su profesión como agrónomo era vinculante con estos conocimientos ancestrales y la sagrada tierra. Era dinámico, alegre, atrevido y de buenas relaciones sociales. Eso le permitió tener muchos amigos, de muchos lugares. Fue un intelectual maya, muy comprometido con su pueblo y dispuesto a dar la vida por él.

Ver a Otto inspiraba a todos compromiso social con su pueblo. Formaba parte del grupo de hombres y mujeres que soñaron con la autonomía de los pueblos. Su capacidad de resistencia alentó la lucha de todos para la defensa y la revitalización de la identidad. Sus asesinos nunca pensaron que a hombres como él no se les llora, sino se les imita.

Los restos de Otto serán inhumados este 15 de agosto en el cementerio general de Cobán, para estar en el círculo de nuestros ancianos.

ESCRITO POR: