LA ERA DEL FAUNO

Para Ak’abal, de Galeano

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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“Siete mujeres se sentaron en círculo./ Desde muy lejos,/ desde su pueblo de Momostenango,/ Humberto Ak’abal les había traído una hojas secas, /que él había recogido al pie de un árbol.// Cada una de las mujeres/ quebró una hoja, suavemente,/ contra el oído./ Una sintió un viento soplándole la oreja,/ otra, la fronda que se hamacaba,/ otra, un batir de alas de pájaros,/ otra dijo que en su oreja llovía,/ otra escuchó los pasos de un bichito que corría,/ otra un eco de risas,/ otra un rumor de aplausos.// Humberto me lo contó en Viena,/ y yo pensé:/ ¿No será que las hojas muertas/ susurraron, al oído de las mujeres,/ la memoria del árbol?”. El poema se titula El árbol, dedicado al poeta Humberto Ak’abal, por Eduardo Galeano (1940-2015).

Con motivo de la muerte del uruguayo, el lunes 13 de abril, quise compartirlo el sábado que seguía, pero desde entonces ha habido en el país sucesos imposibles de soslayar. Ya es costumbre que amanezcamos con noticias trágicas, luego esperanzadoras, de nuevo trágicas y otra vez alentadoras. Navegamos por el río La Pasión, en el Lago de Amatitlán, caemos todos al fondo del puente Belice pues fuimos lanzados por un grupo de criminales. A ratos somos ese pez muerto, el color verdoso del lago, la pancarta, el niño que cae, el tambor, la ira y de nuevo somos un pueblo dividido o solidario y valiente. ¿Qué somos, en realidad? ¿A qué nos obligan? Unidos marchamos contra de esa banda criminal de gobierno incrustada en el Estado, y la acorralamos para luego ver cómo la extrema derecha resurge protegiendo al presidente más corrupto, incapaz y cobarde que ha tenido la llamada era democrática: Otto Fernando Pérez.

Cada mujer de ese círculo tiene una percepción distinta de la realidad, mas todas vibran en un registro de naturaleza apacible. Ante las hojas secas que les lleva Ak’abal, piensan en el viento, en el hamaqueo de una planta, en risas, pájaros, un bichito. No evocan disparos, gritos, insultos, es decir, la otra cotidianidad. Es porque cada cual reacciona según sus experiencias y desgraciadamente cada noticia crea un bagaje aterrador que luego nos brota de adentro.

Las imágenes de las muchachas recuerdan que nuestro país es algo más que tanto miserable. Ese círculo de siete mujeres en armonía con su entorno, seres evocando experiencias pacíficas, se me figuran los días de la semana ideal, una circularidad que se abre y cierra entre viento y alegría. Los aplausos, satisfacción por la vida. O si, como cierra Galeano, el sonido de las hojas quebradas es la memoria susurrante del árbol, es porque la historia no muere. Cada fronda contiene los hechos del mundo. Inscrita en la naturaleza se encuentra la muerte del ecosistema y sus causantes. Por más que huyan, cada hoja, cada pez muerto da cuenta de sus abominaciones.

Qué bueno leer a Galeano tejiendo una relación esencial con el poeta momosteco. Tan grande es la sencillez de un árbol, que muele la infamia de los leñadores. Por eso Ak’abal es Ak’abal, porque no es noticia cada día, sino presencia poética permanente.

@juanlemus9

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