SI ME PERMITE

Peleamos por probar igualdad

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“La igualdad no existe ni puede existir. Es mentira que todos podemos ser iguales; hay que darle a cada quien el lugar que le corresponde”, Francisco Villa —Doroteo Arango Quiñones—.

Es muy común últimamente oír de los que luchan por alcanzar la igualdad, y que si unos tienen algo o bien han alcanzado algo, otros también deberían tenerlo. Si bien en principio pareciera que es correcto o es justo es muy difícil justificarlo. Si uno tomara literalmente el razonamiento ninguno estaría a gusto. Si eso se puede entender literal, entonces como los vecinos tienen cinco hijos nosotros también. Como la vecina trabaja y gana dinero nosotros debemos igualarnos a lo que los demás son o hacen.

Uno debería reflexionar cuánto vale la identidad de uno y si uno en verdad debe ser como el resto del mundo o mejor alcanzar sus propias metas y propósitos como individuo con sus capacidades y habilidades muy particulares también.

Es tiempo como individuos, de dejar de pelear por una igualdad que en el fondo es muy difícil de explicar y justificar. Es muy fácil elaborar discursos que son simples monólogos que no pueden fundar bases sobre las cuales podamos edificar razonamientos sólidos. Deberíamos averiguar y analizar el lugar que cada uno de nosotros puede ocupar en la vida para que responsablemente podamos avanzar hacia una meta gratificante.

La sociedad lamentablemente se ha entrampado en criterios, que si bien se miran muy favorables, poco tienen para dejar a la próxima generación y en particular a los que más amamos.

Nuestros conflictos individuales y que peleamos, confunden a los que nos vienen siguiendo y eso es evidente en el poco diálogo y la falta de comunicación que tenemos entre una generación y la otra. Claro, discutimos y peleamos posturas, pero poco edificamos propositivamente para los que un día ocuparán nuestro lugar, o bien, a los que dejaremos nuestros logros.

Tal vez por ello los organismos internacionales han asignado un día para cada cosa, así poder celebrar o reconocer cada particularidad que nos rodea en la vida por ejemplo. Pero lo que hacen en estos días es dar rienda suelta para expresar el sentimiento y demarcar líneas divisorias para luego reclamar derechos.

La pregunta es si el año es suficientemente extenso para dar espacio a todas las celebraciones que tienen tanta diversidad, y que cada año surge algo nuevo. Personalmente creo que sería mejor valorar y mejorar el trato con muchas cosas que celebramos y de ese modo podríamos apreciarlos mejor.

Solo a modo de ejemplo, antes de hacer tanto discurso por el Día del Trabajo ¿por qué no valorarlo, cuidarlo y hacerlo tan agradable que los que me rodean se contagiarán en trabajar también?

Al igual que en el caso del Día de la Mujer, porque hay tantas leyes para protegerlas, pero lastimosamente no se cumplen. Sería más valioso que se instruyera en casa el cómo tratar a las mujeres con ejemplo antes que con discursos y el resultado sería mucho más favorable.

Guatemala es única en su cultura, etnia y costumbres. Nos podemos contagiar con cosas que se practican alrededor del mundo, pero ello nos puede llevar a perder más nuestra identidad antes que progresar y modernizarnos.

Como individuos, por qué no cuestionarnos cuál es el espacio que me toca ocupar y hacerlo de una vez y poder vivir en paz conmigo mismo y también armonizar con mi medio. Entendiendo que cuando no esté haya valido lo vivido.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.