REGISTRO AKÁSICO

Politécnica

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La revolución liberal proyectó en 1873 contar con un ejército ilustrado. Les horrorizaba la continuación de oficiales militares involucrados en los negocios del bajo mundo, que se enriquecían robando las raciones de soldados inexistentes y amparaban malhechores. Por ello, en vez de fundar una academia militar a secas, llamaron a su proyecto Escuela Politécnica, para impulsar el conocimiento físicomatemático de la época.

No se trató de una excentricidad. En 1923, Thomas Alva Edison promovió la fundación del US Naval Research Laboratory. Esta institución de la marina norteamericana es, en la actualidad, la tercera institución en registrar patentes de nanotecnología, después de la IBM y la Universidad de California. Durante la Segunda Guerra Mundial, los trabajos de sus científicos fueron importantes en el perfeccionamiento del radar.

No alcanzan las palabras para debatir el fracaso del proyecto de los reformadores del país. Baste señalar que un encumbrado y enriquecido general, en dos ocasiones, se ha opuesto a la innovación saboteando la adquisición de cazas de alta y baja velocidad; aísla las peticiones de la armada para la adquisición de navíos que sirvan para mejorar las capacidades de la marinería nacional. En la última década, es inexistente la investigación científica en materia de defensa.

No se aboga por una milicia dedicada a fabricar bombas atómicas u otros ingenios de destrucción masiva. La Declaración sobre ciencia y el uso del saber científico de la Unesco, de 1999, indica que la ciencia debe estar al servicio de la paz; así, la investigación de la defensa debe buscar objetivos pacíficos y de aseguramiento de la población civil.

Ello no significa prohibir la investigación propiamente militar. Se necesita contar con aparatos aéreos autosustentables para vigilancia, minisubmarinos robot para explorar la barrera de coral en el caribe guatemalteco, embarcaciones oceanográficas, aplicaciones mecatrónicas, etc. Todos los proyectos debieran realizarse bajo responsabilidad y financiamiento de la institución armada, promoviendo, en lo posible, investigaciones conjuntas con universidades, centros de investigación públicos y privados para contribuir con la defensa de la Nación y la conservación de sus bienes naturales. El talento se encuentra tanto en civiles como en militares.

El socialismo del siglo XXI ha proclamado que un brazo vale cien cuando lo dirige un cerebro ilustrado, mientras que un cerebro vale cien cuando lo sostiene un brazo firme. Esta idea se formuló en la Universidad Militar Bolivariana. No hay que temer que, al inicio, se trate de una iniciativa modesta. Lo que se debe evitar es carecer de iniciativa.

La investigación militar no debe sustraer fondos del Consejo de Ciencia y Tecnología (Concyt), que tienen destino civil, sino destinar una partida propia para esas funciones. Lo militar implica investigación politécnica.

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ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.