UKEMIK NA’OJ

Proyecto militar

Francisca Gómez Grijalva

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En el mensaje pregrabado del domingo 23 de agosto, Otto Pérez muestra una vez más, aunque en esta ocasión de manera tajante, que no le importan los pueblos de Guatemala. Si tuviera un mínimo de dignidad y respeto hacia la ciudadanía, hubiera renunciado de inmediato. En vez de ello, se aferra al puesto de Presidente para dizque no romper “el orden y la tradición democrática de nuestro pueblo (sic)”. Cuando es todo lo contrario, su aferramiento en contubernio con su Partido (anti)Patriota, el Partido (no)Líder y Manuel Baldizón, están conduciendo a este país por los caminos del caos y el autoritarismo, atentando contra el Estado de Derecho y fragmentando la poca institucionalidad del país con su irresponsabilidad y prepotencia.

Pretende darnos lecciones de democracia, al decir que: “la ciudadanía debe entender que la única manera legal de elegir a sus autoridades es por la vía del voto consciente y responsable de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas (sic).” Así nos han tenido desde 1985 y ahí están los resultados: partidos clientelares, antiéticos, antidemocráticos que han llegado al poder a través de instrumentalizar y mercantilizar el voto de la ciudadanía. Luego han pactado con poderes paralelos para recurrir a la corrupción y enriquecerse ilícitamente a manos llenas. Esas no son condiciones para el ejercicio responsable y consciente del voto, más bien son circunstancias propias de una dictadura. Así pues su discurso además de mentiroso es tiránico.

Lo peor es el llamado que hizo según él a “esa Guatemala profunda, las organizaciones sociales, esa Guatemala rural que ha estado en el centro de mi atención, esa Guatemala plural y diversa, los insto hoy como nunca a defender nuestra incipiente democracia (sic)”.

Pérez Molina no puede darnos lecciones de nada porque su gobierno ha sido incapaz de garantizar la vida, la salud, la libertad y la seguridad a la ciudadanía. Es imposible hablar de democracia cuando vemos la continuidad de los altos niveles de desnutrición crónica en la niñez, hospitales colapsados, la continuidad de políticas educativas colonialistas, racistas y sexistas que sistemáticamente niegan a un gran porcentaje de la niñez maya, garífuna y xinka el derecho a la educación. Todo ello mientras él y su séquito se enriquecían abruptamente.

El señor Pérez Molina no puede decir que la Guatemala rural ha sido el centro de su atención, porque la ha reprimido, criminalizado y judicializado por defender sus derechos territoriales, ecológicos, económicos y sociales contra el extractivismo nacional y transnacional voraz que su gobierno ha impuesto a sangre y fuego.

Al analizar en retrospectiva, la racista estrategia kaibilesca del militar retirado Otto Pérez, es similar a la de los genocidas Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt, retar a los poderes oligárquicos y para ello se escudan en la población rural. Pero la cuestión de fondo es el anhelo de materializar el proyecto político de la cúpula militar: arrebatar el poder que históricamente han detentado los criollos en Guatemala. En otras palabras es la disputa por el poder y eso explica su egoísta e inacabable necedad.

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