DE MIS NOTAS

¿Quo vadis domine?

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Quo Vadis, Domine? (¿A dónde vas, Señor?). Sirva la introducción para introducir el tema de la direccionalidad gubernamental en medio de esta vorágine política producto de aquellos principios elementales como “sembrar o cosechar, efecto y causa o en la filosofía budista: “karma”.

Bajo las condiciones reactivas de un entorno tan enmarañado, el Presidente ha tenido que ponerse bajo el recaudo de la embajada y la Cicig prometiendo cortar cabezas a diestra y siniestra, so pena de que la de él también ruede. Y una vez definida la hoja de ruta lo está haciendo con precisión quirúrgica. El hecho de que dos de sus más cercanos colaboradores y hombres fuertes de su gobierno, uno capturado y otro destituido, hayan caído, comprueba que hay animal grande respirándole en el cuello.

Veamos el análisis: Cuando vinieron los señores del Tío Sam a solicitar —demandar, en idioma diplomático— la continuación de la Cicig con una lista en attach de cumplimiento obligatorio relacionados con la corrupción, trafico de drogas y migración, dentro de la sombrilla mayor de la “Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte”, el mensaje del énfasis geopolítico fue claro: La región ahora es “importante”. Levanten la antena.

El resto es historia, debido a la notoria sordera desarrollada por esta administración, momento desde el cual están obligando al seguimiento de un script que tiene por objetivo conservar la institucionalidad manteniendo en el poder al gobernante, continuar cortando cabezas dentro y fuera del gabinete, deduciendo responsabilidades; anulando contratos millonarios tóxicos de notorio conocimiento público, para eventualmente aterrizar en el Congreso con el paquete de leyes anticorrupción con una banderita amarilla ondeando desde el palco diplomático con la palabra “visa”… En sus dos acepciones. “No podés entrar a Estados Unidos”, o la otra con restricción aun peor… “no podés viajar en avión alguno de bandera estadounidense con siglas “N” en cualquier parte del mundo. Ergo: no podés viajar a menos que lo hagás en pipilachas.

El poder coercitivo de tal mensaje es contundente en medio del proceso electoral. Un diputado sin visa es un paria. Un contagiado de capa caída contaminado de desconocidos efluvios delictivos. El oprobio es fatal. De manera que el movimiento telúrico político presagia aún más derrumbes. Lo lógico es que aprueben las leyes anticorrupción y el pueblo, por primera vez en mucho tiempo, tenga el respiro de ver que un Congreso puede representar los intereses de los que los eligieron.

Y hablando de derrumbes, me pesa sobremanera que personas con intachable récord y vida pública estén pagando los platos rotos de los corruptos, porque forman parte de una Junta Directiva. ¿Quién va estar dispuesto a integrar una junta directiva estatal en el futuro, si no se puede confiar en el reporte de una terna designada por la misma junta directiva encargada de auscultar los contenidos del contrato, tanto expresos como los que no son fácilmente detectables? Ser penalmente responsable de homicidio culposo porque estamparon una firma en un acta que en ningún momento fue impugnada, no necesariamente implica corresponsabilidad. Donde está el principio de inocencia? El show mediático es bueno y que se explote el efecto político, pero no tirando a mansalva.

Rueden cabezas, juzguen a los leprosos, caigan los shucos, extirpen el cáncer de la corrupción con bisturí, preparen cadenas con candados grandes y celdas sin celular y Netflix.

El pueblo lo demanda.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.