UKEMIK NA’OJ

Recrear horizontes

Francisca Gómez Grijalva

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Miles de mujeres, hombres, jóvenes, adolescentes, ancianas y ancianos acudieron el sábado 25 de abril a la Plaza de la Constitución. Fueron a manifestar porque se cansaron de la sistemática corrupción, represión e impunidad del gobierno presidido por Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. No solo manifestaron su indignación, exigieron la renuncia del binomio y rendición de cuentas ante la justicia. También demandaron justicia para esta Guatemala lacerada por esa clase política corrupta y sus oscuros financistas que apestan a podredumbre.

La ciudadanía dejó claro que está harta y no tolerará más mentiras, abuso de poder, injusticias, robos descarados, burlas y traiciones.

Tras el tremendo escándalo en la SAT, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) tiene ante sí el desafío de profundizar y ampliar sus investigaciones para continuar con el desmantelamiento de esas estructuras ilícitas infiltradas en el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y llevan décadas vegetando en las instituciones gubernamentales a costa de los impuestos de las guatemaltecas y guatemaltecos.

Es indignante ver que en las distintas instancias del Organismo Judicial (OJ) hay juezas y jueces sin ética que hacen apología del delito. Por ejemplo, la jueza Marta Sierra de Stalling, titular del Juzgado Octavo de Instancia Penal, otorgó arresto domiciliario y fianzas de entre 200 y 250 mil quetzales a los principales supuestos cabecillas de la peligrosa red criminal La Línea. Con esa absurda decisión la jueza no solo privilegió sino elogió a los principales dirigentes de esa mafiosa red criminal que nos robó millones de quetzales.

Por otro lado, la Cicig en coordinación con el Ministerio Público tendrá que orientar líneas de investigación para dar con los empresarios corruptos que fueron cómplices del millonario saqueo al erario nacional, porque no pueden quedar en la impunidad. Hay corruptos porque hay corruptores. Esos deleznables flagelos sociales hay que arrancarlos de raíz, solo de esa manera se podrá erradicar la corruptela y la impunidad en Guatemala.

Ante el caos social, político y económico que impera en el país, la ciudadanía multicultural guatemalteca tiene el desafío de continuar con el camino que inició el pasado 25 de abril. La manifestación solo fue el inicio de enormes retos, pero también de grandes oportunidades para cambiar el rumbo de nuestro presente y futuro.

Es la oportunidad para que la ciudadanía plantee propuestas inteligentes y creativas para la construcción de espacios pluralistas que permitan tejer un sistema político digno e íntegro, sin la injerencia de los actuales partidos políticos cínicos y oportunistas.

Salir de la apatía e indiferencia fue un paso decisivo, fue la expresión del deseo y las ganas de cambiar la historia de este país. Con esa indignación que busca nuevos horizontes para un genuino florecimiento de la justicia y la paz social, se necesitan acciones y compromisos a partir de una ética política plural e incluyente que entienda la política como el arte de gobernar y no la politiquería como las mañas para robar, mentir y enriquecerse ilícitamente.

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