Una reforma contraproducente

Esto evidencia que si bien a muchos laborantes les aumentó la tasa impositiva, a otros se les redujo, y en muchos casos esto último ocurrió a personas que ganan comparativamente más. Puede ser que en cuanto a la cantidad del monto por recaudar esa cifra no suene a algo descomunal, pero si se analiza en términos porcentuales, constituye un verdadero desastre en la tarea recaudadora, pues representa que las arcas nacionales han dejado de percibir hasta una tercera parte de sus ingresos proyectados.

En un Estado con las penurias actuales se acrecienta la dramática falta de recursos, ya que es de sobra conocido que muchas dependencias apenas si logran terminar el mes, en medio de verdaderas limitaciones, y en gran medida esta situación se puede atribuir a un planteamiento deficiente de la reforma tributaria que el actual Congreso aprobó con sospechosa celeridad al inicio de esta administración, lo cual evidencia no solo la incapacidad técnica de los diputados para analizar dicho decreto, sino que se hicieron malos cálculos.

Lo cierto es que desde sus inicios este gobierno incurrió en la omisión de establecer un amplio diálogo y estudio de la reforma, lo cual se conjugó con la imposición de una normativa que desde que cobró vigencia se había advertido de que recibiría varias impugnaciones, como ha venido ocurriendo en los últimos meses, merced a las cuales se han quitado artículos e incisos que a su vez representan verdaderos reveses para la iniciativa que tenía por meta una mayor recaudación.

Aunado a la insuficiencia en los recursos obtenidos se encuentra el tema de la eficiencia de gasto. Hasta ahora el Gobierno no ha planteado un verdadero y creíble plan de austeridad que contribuya a equilibrar ese desbalance presupuestario, y lejos de eso se ha incrementado rubros como el de la publicidad, que en nada mejora las estadísticas de desarrollo nacional y que, en algunos casos, beneficia a empresas allegadas a autoridades del Gobierno, lo cual puede ser legal pero no moral, pues se dilapidan en autobombo los fondos que podrían tener un mayor impacto en beneficio social.

Esta reforma pecó, además, de no priorizar la justicia tributaria, pues a numerosos empleados la tabla del ISR les resultó un balde de agua fría porque esos rangos no toman en cuenta factores como deducciones o la cantidad de hijos, ni aplica para otros gastos, que fueron literalmente borrados de un plumazo. En un afán de reducir las devoluciones a contribuyentes, se eliminó la acreditación de facturas como parte del ISR, lo que eliminó, a su vez, el incentivo de exigir esos comprobantes, y eso tiene su mayor impacto en la recaudación fiscal.

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