El terrible 2013

Magalí Rey Rosa

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del cambio climático serían catastróficas. Y es evidente que ya llegamos a ese punto. El informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en su quinto reporte dice que el período 1983-2013 registra los 30 años más calientes en los últimos mil 400 años. Los impactos del cambio climático se aceleran: los niveles de mar suben más, las áreas secas se secan más rápidamente y las húmedas tienen cada vez más agua; mientras la atmósfera —por estar más caliente— guarda más humedad.

Los hielos que estuvieron permanentemente congelados —permafrost— se están derritiendo; y eso es un problema grave porque allí se guarda más del doble del carbono que ahora tiene la atmósfera, que al descongelarse se libera también. Los océanos reciben cada vez mayores cantidades de dióxido de carbono, lo que significa la muerte —por ácido— de la mayoría de criaturas con concha y de todas aquellas que dependen de ellas.

Muchas especies —no sólo las marinas— tendrían que evolucionar 10 mil veces más rápido que su proceso natural, para adaptarse a los cambios climáticos, así que no será solamente la especie humana la afectada. Con el nivel de acidez en los océanos —el más alto de los últimos 300 millones de años— algunos científicos advierten de que la nueva extinción en masa ya empezó; eso, sin tomar en cuenta el exceso de pesca que ya llevó a tantas especies marinas al colapso. El nivel del mar ha subido casi 20 centímetros desde 1901. Esta velocidad se acelera cada vez más —entre otras cosas— porque el océano está más caliente y el agua caliente ocupa más espacio que la fría. El aumento de la temperatura y el alza del nivel del mar ponen en peligro a los humanos que viven en sus orillas y a muchísimas especies de animales y plantas.

La cobertura noticiosa sobre extremos atmosféricos —como inundaciones de proporciones bíblicas, fuegos imparables, olas mortales de calor, sequías prolongadas y fríos polares en todas partes del mundo— relacionados con el cambio climático deberían servir como advertencia sobre cómo empeorarán las cosas en los próximos años. Muchas de las grandes ciudades, en su búsqueda de más desarrollo, alcanzan récords de contaminación que las vuelve peligrosas.

Por si eso fuera poco, la producción de petróleo aumenta también: este año se añadieron 36 mil millones de toneladas más de dióxido de carbono a la atmósfera. Así las cosas a escala global, en Guatemala la época navideña es criminal para la naturaleza. El saqueo que se lleva a cabo en los últimos bosques, para adornar las casas con pinabetes, gallitos, orquídeas, musgos y chiribiscos es imparable. No hay ley, ni institución, ni autoridad. Pero tampoco parece haber compromiso ciudadano, porque todo el mundo sigue participando de esta orgía de consumismo. ¡Ojalá podamos pasar las fiestas en paz!

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